La Sala Apolo disfrutó del amplio espectro de subgéneros del techno gracias a dos de sus abanderados
Otra noche más para el recuerdo cortesía de la gente de Nitsa Club. Aunque esta vez era bastante previsible, pues su estrategia para convencer al público barcelonés consistió en invitar a dos artistas que, per se, podrían haber hecho la faena. Pero no, decidieron poner toda la carne en el asador y celebrar dos festivales en ambas salas con dos headliners como son Kölsch e I Hate Models.
Apashe terminó su gira en Barcelona con un contundente sold out
Con el cartel de sold out colgado en la taquilla, subimos las escaleras de la Sala Apolo para hacernos hueco en el que iba a ser nuestro primer baile de la noche. A los mandos, Fardoe, la encargada de quitar el polvo a la pista con los primeros tracks. Siendo conocedora de su rol dentro del engranaje de la velada, la DJ optó por una línea de sonidos acelerada y dinámica. Con bombos a negras y broches de ritmos rotos y algún que otro ápice melódico, se comportó como si su reloj marcara la hora punta, cosa que gustó a todos aquellos asistentes que acababan de llegar y ya tenían ganas de jarana.
Llegadas las 2 de la madrugada, enchufó sus USBs el primer protagonista de la noche. La gran silueta a contraluz de Kölsch delató su presencia en la cabina. Con una ronda de aplausos a su antecesora, su primer play ya dejó entrever que el aura de la sala iba a cambiar. Una intro que cargó de tensión al público y que consiguió clavar todas las miradas en él. Un cambio también de registro hacia algo más melódico y dulce, marca personal del danés.
A partir de allí, gozamos de una sesión extendida de cuatro horas que desembocó cerrando la Sala Apolo, y en la que nos llevó por diferentes rincones de su espectro musical. Empezando con ritmos más etéreos y lentos, Kölsch trazó la progresión perfecta para llevar en volandas a una pista de baile que se veía bien llena desde la tribuna superior del mítico teatro. Un flujo de gente que se filtró detrás de cabina como de costumbre, regalándonos la típica foto de Nitsa Club con el DJ rodeado de gente bailando y disfrutando de su saber hacer.
Con esa estampa y bien acompañado, su plan de ruta nos llevó por una aceleración constante que fue desde la suavidad de las melodías fantásticas a ritmos rotos más oscuros y ácidos. No faltaron momentos memorables, la gran mayoría con sus producciones bajo la banda sonora como fueron los instantes en los que sonaron ’Loreley’ o sus dos épicas remezclas al ’Countacht’ de Butch o al ’Mind Dimension’ de su amigo Tiga (nuestro favorito, no os vamos a engañar). Todo ello adornado de una coherencia y precisión en el storytelling y ejecución de la sesión. Una jornada de trabajo más en la que se le vio claramente disfrutón pese a haber tenido que lidiar con más de un bromista intentando hacerse con su mítico sombrero.
Se nos pasaron las horas volando, pero rascamos los últimos 15 minutos de fiesta para bajar por primera vez las escaleras, pues abajo se estaba liando “la de Cristo”. Mientras disfrutábamos de un dulce trance que nos hipnotizó durante casi cuatro horas, abajo la intensidad y energía se palpaban antes incluso de cruzar la puerta. I Hate Models fue sin duda el gran reclamo de la noche, y en su sala no cabía ni un alfiler. Aún así, pudimos sacar fuerzas y pegarnos un último baile entre un éxtasis colectivo que se mantuvo hasta el final de las tres horas de sesión del francés.
Con las seis ya tocadas, la gente empezaba a murmurar. Se ve que aún no había sonado uno de los temas más populares del hard techno en nuestro país, y raro era que su autor no hubiera querido usar esa carta. Aún así, no sabemos si con el vistobueno de los encargados de la Sala Apolo, I Hate Models decidió que había tiempo para otro track más. Y esa vez sí que se cumplió la profecía. Toda la sala cantó al unísono el ya popular “te voy a hacer bailar toda la noche” con muchos teléfonos al aire queriendo inmortalizar el que sin duda iba a ser uno de los highlights de la fecha.
Despedirnos al ritmo del remix al tema del Columpio Asesino fue la guinda al pastel que tan buen sabor de boca dejo esa noche Nitsa Club. Otra velada en la que el club barcelonés ofreció un evento de primera clase mundial, uniendo los máximos exponentes de la electrónica de club con una ubicación emblemática como es el mítico teatro de la Sala Apolo. Una excusa más para convertir esta fiesta en el estandarte del clubbing ya no solo catalán, sino también internacional.