El Renaissance Tour del belga llenó la Sala 1 de Razzmatazz de fanáticos de la música bass
En esta casa siempre hemos sido amantes de los maridajes inusuales, y si alguien se ha coronado por promover una unión de estilos aparentemente alejados dentro de la paleta de géneros musicales, ese es Apashe. El hijo pródigo de Kannibalen Records se encuentra en estado de gracia girando el planeta con su aclamado Renaissance Tour, y en su última parada en Europa pudimos ver cómo se las gastó en la Sala Razzmatazz.
Wololo Sound entrevista a Apashe
Entramos a la mítica discoteca catalana con el cartel de “sold out” colgado en las taquillas. La gente de Barcelona tenía muchas ganas de presenciar uno de los live shows más contundentes y frescos del panorama internacional, y tal fue la respuesta del público que para el artista invitado la sala ya lucía llena. Estamos hablando de Wasiu, colaborador habitual del anfitrión de la noche. El rapero canadiense se encargó de caldear el ambiente con algunos de sus trabajos (guardándose algún as bajo la manga) y freestyles encima de instrumentales reconocibles como el ‘Say Yeah’ de TroyBoi. Todo con una soltura digna de llevar ya un tour casi terminado a sus espaldas.
Tras este primer directo, tocó hacer el cambio de rider más divertido que hemos presenciado en mucho tiempo. Nos contaron entre bastidores que el invitado pidió a la sala que durante la configuración de su equipo sonara música clásica. Así pues, después de 30 minutos de rap y con una hora larga de música bass por delante, vivimos un panorama surrealista con todo el público bailando y saltando al ritmo de Bach (literalmente). Momentazo que despertó alguna que otra risa de incredulidad entre los responsables de la sala.
Y ahora sí: luces, cámara y acción. Con un proyector avisando de la que iba a caer en cuanto el artista le diera al primer play, sonaron los primeros acordes casi enmudecidos por el griterío de la muchedumbre. Apashe se posó ante su set up, saludó a Barcelona por primera vez en su vida, y empezó el show.
Desde el primer minuto John nos dejó claro que nos debíamos abrochar los cinturones, pues no había forma de predecir hacia dónde nos llevaría canción tras canción. Un repertorio de géneros que variaban de bass house, midtempo, dubstep, trap y drum and bass, en la gran mayoría de casos de cosecha propia. Eso sí: con la contundencia y electricidad como denominador común.
En un sinfín de eclécticos drops y épicos cortes orquestarles, Apashe nos regaló instantes que demostraron el compromiso de su fanbase catalana. Desde las múltiples remezclas de su éxito ‘Distance’ a otros de sus ya clásicos ‘Majesty’ junto a su telonero o el colosal ‘Lacrimosa’ que hicieron gastar hasta la última gota de sudor de todo aquel que se posó ante los altavoces.
@wololosound ¿Música clásica con bass? Llamad a @apashemusic 🎻 Así de bien nos lo pasamos el sábado en @razzmatazzclubs. ¡En breves podréis leer la crónica en nuestra web! 🕺🏻📲 #Apashe #RenaissanceTour #Razzmatazz ♬ sonido original – Wololo Sound
Todo ello recalcando la gran puesta en escena de este Renaissance Tour, que combina no solo una sincronización de luces y efectos visuales de primer nivel y actuaciones en directo, sino también la presencia de dos bailarines que plasmaban los viscerales sonidos de Apashe con tergiversados pasos de baile. Una traducción de una disciplina artística a otra que subió aún más el listón de las expectativas generadas para la fecha.
Rematando la jornada desde la cabina al otro costado de La 1, DJ2D2 que se conoce mejor que nadie lo que debe sonar entre las cuatro paredes del club barcelonés. Arrancando su sesión inmediatamente después de apagar los focos que apuntaban sobre el escenario, el DJ local trazó una progresión de sonidos electrónicos hasta los urbanos más underground para convencer a los centenares de asistentes que la fiesta no había terminado.
Nos fuimos de la Sala Razzmatazz con un buen sabor de boca. Estábamos seguros de que lo que pasó esa noche era digno de ser recordado durante mucho tiempo. El show, la selección musical de todos los artistas, el ambiente fraternal del público abriendo moshpits y bailando en sintonía… Una velada sobresaliente que, si Apashe quiere, nos encantaría repetir más a menudo.