Francia tiene ya un nuevo festival de música electrónica consagrado
Como sabéis, una de nuestras tareas – y por qué no reconocerlo, de las que más nos gustan – más allá de escribir artículos es ir a hacer trabajo de campo, o en otras palabras: poder ir a los festivales y fiestas para contar nuestra experiencia en primera persona. En esta ocasión nos hemos ido hasta Francia, concretamente a la ciudad de Toulouse, para asistir al nacimiento de un nuevo evento: el Hope Music Festival.
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Estos 3 días que pasamos en el Hipódromo de Toulouse, como ya os contamos, tenían un objetivo más allá de la fiesta y de la música, pues los beneficios obtenidos tenían como destino una causa benéfica. Esto y el buen cartel que presentaron la organización del festival fueron motivos suficientes para congregar a los amantes de la música electrónica de la ciudad y alrededores. Pero bien, estamos aquí para contaros cómo se vivió en primera persona el festival – os podéis hacer una idea si nos habéis seguido diáriamente en nuestro Instagram -, así que vamos a ponernos manos a la obra, día por día.
Empezamos nuestra aventura por la capital de la región de Occitania el jueves 20 de septiembre, y nuestra primera sorpresa fue al ver el escenario. El alto listón de producción, con luces y pantallas de primer nivel nos dejaron claro que ése sería un festival para tomárselo en serio. El primer día invadía la cabina un listado de DJs propensos al Hip Hop y al Bass, entre los cuales se encontraban algunos de los nombres más llamativos del cartel. Entre ellos, Cesqeaux, Mike Cervello y Aazar, quienes cada uno con su estilo llevaron el Trap, Dubstep y la música Bass en sus diversas vertientes como bandera. Un primer día contundente.
En nuestra siguiente visita al recinto, en un viernes con un temporal un poco más incierto – aunque al final se comportó y no nos hizo mojarnos – nos informan de que la jornada cerrará a medianoche y que la actuación de Chocolate Puma se trasladaría a Opium Club – los encargados de la organización del evento. Por suerte, se adelantó el set de uno de los principales reclamos para que se pudiera llevar a cabo en el mismo lugar, y pudimos ver como Sunnery James y Ryan Marciano ponían una banda sonora de lo más adictiva con sus ritmos tribales y Groove a los últimos minutos antes de llegar al sábado. Antes de ellos, Shapov también hizo de las suyas con una sesión que oscilaba entre el Progressive, Trance y algunos toques Techno de lo más curiosa. También destacar a Damien N-Drix, quién con su polivalencia desembocada en ritmos House y Bass, ofreció una de los shows musicales más entretenidos del festival.
Llega ya el día 22, las últimas horas que decidirían definitivamente qué reputación merecería el festival tras su primera edición. Éste fue sin duda el día más multitudinario de los 3, con una audiencia que llegó a llenar la pista de baile de saltos, sudor y cánticos. La gente no paraba de entrar, y cada actuación acumulaba más euforia que la anterior. La primera a remarcar fue la de Tony Romera, quien después de un correctísimo Tom Tyger que hipnotizó a los primeros festivaleros con su habitual Tech House y Groove, consiguió sacar gritos de euforia y saltos de alegría a sus compatriotas. Su set fue, por que no decirlo, uno de mis favoritos, pues el maridaje de House, Bass y algún que otro clásico de la música electrónica fue una combinación perfecta para enamorar a los amantes de la potencia. Tras él, volvió el “cancaneo” de la mano de nuestro querido Kryder, quien en su línea y presentando ante el público francés algunos de sus últimos trabajos como ‘La Cumbiambera‘ o su remezcla junto a Tom Staar a ‘Bingo Bango’ de Basement Jaxx consiguió hacer bailar a todos. Tras él, llegó el Progressive a cargo de dos de los dúos más significativos del género: Third Party y Dimitri Vangelis & Wyman. Se notaba que el público los quería con ansias, pues se vieron ahí muchos asistentes con camisetas, banderas y otros tipos de merchandising que estallaron de la emoción durante sus sesiones. Difícil mantener el nivel tras ese par de horas, pero no era para nada moco de pavo los nombres que los sucedieron. Estamos hablando del mítico Fedde Le Grand y el joven pero ya mediático Jay Hardway, quienes fueron los encargados de honor para poner las últimas canciones del festival.
Ya recuperados del cansancio y visto con perspectiva, podemos juzgar lo que vivimos con más criterio. Estamos hablando de la primera edición de un festival que nos creeríamos que ya contaba con más a su espalda por su profesionalidad y estructura. Un cartel de lo más variado y con nombres curiosos que congregó a aficionados de todos lados, tanto geográficos como musicales. Los artistas no fallaron, cada uno dió la talla y cumplió con las expectativas, y el ambiente que se respiró fue muy familiar y correcto. Sin duda, si nos metemos en la piel de los organizadores podríamos decir que salió todo a pedir de boca y dormir bien tranquilos de haber hecho un buen trabajo. Sin duda, la aventura de irse a otra ciudad en otro país, sumado a la impoluta banda sonora de la que gozamos, y con la satisfacción de que por ello hemos contribuido a una buena causa, es un recuerdo que nos llevaremos con nosotros toda la vida… ¡Y por qué no repetirlo el año que viene!