La fugacidad de las artes; música como cápsulas efervescentes sin apenas durabilidad y mucho menos valor que aportar en líneas generales

Corren tiempos de muchos cambios y cada vez son más rápidos; desde las cosas más cotidianas y rutinarias de la vida hasta el consumo de contenidos audiovisuales. En lo que a nosotros nos concierne, debemos hablar sobre lo que han supuesto las nuevas costumbres de escucha musical en la industria. Es un hecho que la música no se disfruta de la misma manera que antaño, sin entrar a juzgar si es más o menos, ya que es algo totalmente subjetivo y cada caso personal es un mundo. Entonces, ¿cuál es la principal diferencia entre presente y pasado? La fugacidad de las artes.

Actualmente, la música se está reduciendo a una serie de cápsulas efervescentes individuales, como si fuesen medicinas solubles, y es realmente difícil que tengan una larga durabilidad. Hay gente que habla de unas tres semanas de “vida”, aproximadamente, pero yo diría que para algunas canciones incluso se queda en una o dos. Cada vez hay más artistas y, por tanto, más contenido a nuestro alcance. Una vez escuché que antes la gente quería ser futbolista y ahora DJ, y no le faltaba razón a esa persona. Y si la masificación del consumo de música en medios digitales nos hace tener un abanico más amplio de oportunidades, las propias plataformas de streaming contribuyen a que los artistas quiten algo de valor a su propio trabajo con sus incomprensibles algoritmos.

Quizás te interese: el fenómeno de retrowave, movimiento artístico y estético

No es ningún secreto a estas alturas que Spotify decidió apostar más por la cantidad que por la calidad, algo totalmente comprensible desde un punto de vista empresarial. Dejan claras sus preferencias: a más contenido, más dinero generarán para sus bolsillos; totalmente lícito. En este momento, el testigo pasa a las manos de los artistas, quienes tienen que decidir entre mantenerse leales a sus principios y seguir su instinto creativo para lograr un producto original y lo más pulido posible o, por el contrario, agachar la cabeza y seguir estas “órdenes” para ser premiados por la plataforma con un producto que pueda no estar al 100% de su potencial.

Bajo mi punto de vista, esto hace que se pierda el valor de la música y yo mismo me siento cómplice de ello por estar absorbido por estas nuevas costumbres. En lugar de disfrutar muchas veces y durante muchas semanas de un álbum, buscamos con ansia canciones nuevas cada viernes, y así sucesivamente al cabo de siete días. Muchas de ellas, muy parecidas entre sí y con poco que aportar, porque copiar al de al lado y seguir las modas es más rápido y efectivo que tratar de construir tu propio sonido. Consecuencia: Saturación excesiva en el mercado y falta de personalidad. Y para más inri, creo que TikTok se lleva otra gran parte de la culpa por dar importancia a tan solo 15 segundos de las canciones, un factor que ha provocado que muchos artistas creen siendo esclavos de este criterio… o como queráis llamarlo.

Timeless tracks y álbumes

Esta congestión de lanzamientos también me ha llevado a pensar durante mucho tiempo en la ardua misión de crear timeless tracks, esos que se siguen manteniendo frescos con el paso de los años y podrías seguir escuchándolos otros tantos más sin cansarte. ¿Será que nos traen recuerdos de tiempos mejores? A mí me pasa con los ‘Calling’, ‘Don’t You Worry Child’ o ‘Reload’ de unos suecos que dieron bastante que hablar en la pasada década y se me ocurren muy pocas canciones más recientes que hayan logrado tal repercusión… Sigo esperando poder resolver alguna vez mis debates internos.

Por otra parte, me alegra ver que aún a día de hoy se siguen lanzando álbumes, ya que para mí son una de las mayores maneras de expresión musical. ¿Qué mejor que un viaje de sonidos que trate de contarte una historia de, al menos, 40 o 45 minutos? Aunque todavía no sé si me acaba de convencer el hecho de despiezarlos para lanzar varios singles previamente, es bueno saber que muchos artistas siguen apostando por formatos de duración extendida (EP) o larga duración (LP). En mi caso personal, estas piezas han ayudado a crear un vínculo más afectivo con el artista o la banda en cuestión, puesto que los interpreto como una demostración de su máximo exponente creativo.

Música sobre conceptos

Podría hablar también de la carencia de originalidad a la hora de elegir los títulos de las canciones, genéricos a más no poder en decenas de casos todas las semanas, pero esa es otra película. De lo que sí quiero hablar es de la gente que crea música a partir de conceptos y le dan una valía más allá de la propia composición. Para mí, dos casos a destacar en nuestro país son Ed is Dead y Bella Royce. El madrileño ya nos deleitó en ‘Your Last 48 Hours’ con esta premisa, expresando mediante sonidos qué es lo que haría en diez situaciones diferentes si solo le quedasen dos días de vida: Robar un banco, secuestrar a un político, saltar de un avión o probar la heroína. Y así lo hará el año que viene con su nuevo álbum, que cuenta ya con un adelanto llamado ‘Time Is God’.

Por lo que respecta a la Inteligencia Artificial femenina Bella Royce cuenta con un corto bagaje, pero ya ha mostrado seriamente sus cartas en el EP ‘Perictione’, en el que nos ilumina para transmitirnos la musicalidad de los niveles del conocimiento de Platón, con ‘Dianoia’, representación del conocimiento discursivo; ‘Noesis’, la pura inteligencia; y ‘Episteme’, ciencia o verdad absoluta en la que está encerrado el verdadero conocimiento. El poder del storytelling desempeña un papel fundamental en ambos casos y resulta más atractivo fijarse en estos proyectos que en otros que carecen de este “alma”.

El efecto “sequía de eventos”

No quería concluir el artículo sin hacer mención a la dificultad que supone cultivar la longevidad de las canciones en tiempos sin eventos. Escuchar música en directo no es lo mismo que hacerlo en nuestras casas. Hay infinidad de temas hechos para reventar una pista de baile con los mejores soundsystems del mundo y eso se antoja complicado actualmente. Y el hecho de que un artista pueda exhibir su música de varios meses o años atrás en un concierto ayuda a que esta no termine de perderse en el tiempo, a que los fans no la olvidemos y sigamos teniendo ganas de escucharla al volver a la soledad de nuestras habitaciones. Pero es tan solo una de las múltiples patas que engloban a este asunto y considero que los artistas no pueden escudarse en ella para no dar la talla.

Es buen momento para darle un par de vueltas al debate y que cada persona se replantee cómo hacer las cosas a partir de ahora, antes de que la tecnología acabe de dominar nuestras decisiones por completo. Yo creo que la solución por la que opte cada uno será correcta siempre que sea premeditada, pero aún estamos a tiempo de recuperar la esencia del disfrute musical en su plenitud… ¿Seguís haciendo quedadas en casas para escuchar y compartir música con amigos? Actividad muy recomendable y enriquecedora. Ya me contaréis dentro de unos meses cómo ha evolucionado el asunto y si habéis hecho algún progreso; yo también lo espero para mí.

Gorka Hernández
Soy el Asier Villalibre de este percal, pero no tengo ni idea de tocar la trompeta; solo sé un poco de música electrónica.