El festival holandés aterrizó en IFEMA el pasado sábado
Feria de Madrid, sábado 8 de diciembre. Lugar y fecha elegidos para el estreno de la marca Don’t Let Daddy Know en nuestro país. El festival holandés, con una amplia trayectoria alrededor del mundo, elegía la capital para su desembarco en la península, tras anunciar una multitud de fechas como Rumanía, Alemania, Japón, Myanmar o Brasil, en una gira al más puro estilo Ultra Music Festival.
Y el lugar elegido en Madrid no podía ser mejor. Un IFEMA con un buen número de amplios pabellones donde ya hemos vivido otros grandes eventos como Sensation Rise o Oro Viejo con un resultado satisfactorio, debido en parte a las buenas comunicaciones en transporte público y al aforo que ofrece, capaz de montar grandes escenarios y ofrecer un espectáculo audiovisual de calidad.
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Vayamos a lo que nos ocupa, la noche del sábado. Una noche que abría la madrileña Radness, y que continuó con más artistas nacionales como Gavin Moss y Luc Loren. Mike Williams recogía el testigo a media noche y su big room calentaba a un buen número de asistentes que ya se agolpaba en la parte central de la pista, esperando a uno de los platos fuertes del festival.
Tras una espectacular intro, a modo de separación entre artistas, el dúo británico Third Party hacía su aparición en el escenario bajo la atenta mirada de sus cientos de fans que allí nos encontrábamos. Camisetas, gorras, banderas… una buena cantidad de merchandising con las tres rayas atestiguaban la marea de fans que Harry y Jonnie tienen en nuestro país, y a los que deleitarían con una hora de su mejor música. No faltaron sus nuevos temas, ‘Remember’, ‘Free’ o ‘Come With Me’ junto a una buena cantidad de mashups donde también pudimos escuchar sus clásicos ‘Everyday Of My Life’, ‘Veins’ o ‘Live Forever’ con la que cerraron.
Tras ellos, el plato fuerte de la noche. Tiësto tomaba los mandos de la cabina para deleite del público, que ya abarrotaba la pista. Aquí podríamos distinguir dos grupos de asistentes: los fans incondicionales del holandés que bailaron sin cesar tema tras tema y los críticos con su música, que vimos como sus mezclas y mashups destrozaban varios clásicos como ‘Sky and Sand’ de Paul Kalkbrenner o, sin ir más lejos, producciones propias como ‘Adagio For Strings’. Una pena que uno de los artistas más importantes de la historia de la música electrónica haya decidido enfocar su carrera por el camino comercial y haya abandonado sus raíces, prescindiendo de su música trance para dar paso al pop y al big room que nada tiene que ver con su estilo de antaño.
Hora y media de set que dio paso a su compatriota Don Pepijn Schipper, más conocido como Don Diablo, tras la correspondiente intro cortesía del festival. El holandés, que congregó a miles de hexagonians, abrió su set con ‘Survive’ para ofrecer un repertorio de 75 minutos compuesto por una inmensa mayoría de temas propios, entre IDs, nuevos lanzamientos y clásicos, como ‘Starlight (Could You Be Mine)’, con el que se despidió. Además, pudimos disfrutar de sus espectaculares nuevas visuales, aunque el montaje del escenario no ofreció más que una pantalla detrás del escenario y un pequeño espacio delante de la cabina, algo que hizo que no se disfrutaran de la misma manera.
Con las actuaciones de los dos headliners ya finalizadas, volvíamos a escuchar progressive house, esta vez de la mano de Dimitri Vangelis & Wyman. Los suecos son expertos en nuestro país y conocen bien su público, siendo los residentes de A Summer Story y habiendo actuado en un buen número de festivales en la península, y esto es algo que supieron aprovechar al máximo. ‘Payback’, ‘Empire’, ‘ID2’, ‘Phantom’ o ‘Born At Night’ son algunos de los temas propios que sonaron, debidamente acompañados de míticas vocales en forma de mashups, como ‘Save The World’, ‘I Could Be The One’ o ‘Calling’. No faltó su última ID (a la que parecen haberle puesto de nombre ‘Penny’), con la que cerraron, que para nuestro gusto suena fenomenal.
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Solo quedaba el último artista de la noche, y ese era el propio residente de la fiesta, Sem Vox, que dio al público lo que quería oír. Una sesión más comercial para los valientes que decidieron quedarse hasta el final de esta edición, que se alargó hasta casi el amanecer.
Llegados a este punto tenemos que comentar tanto los aspectos buenos como los no tan buenos de esta edición. La organización fue buena, la entrada fluida, pocas colas en los roperos o en los puestos de comida y ningún incidente reseñable a destacar, debido en parte a que la seguridad fue estricta y efectiva.
Sin embargo, en el apartado audiovisual, tenemos que destacar la simpleza del escenario, que se redujo a una pantalla central tras la cabina y unas pocas por delante rodeándola, todo esto rodeado de lonas tanto a los lados como por encima. Esto hizo que la visión de la cabina se restringiese en gran medida, obligando al público a situarse en la parte central de la pista, no permitiendo una buena visión desde los laterales. La iluminación tampoco fue la mejor, desluciendo así las actuaciones de los artistas, aunque los efectos pirotécnicos trataran de solventarlo en cada drop.
En definitiva, una primera edición en España que se lleva buena nota con aspectos a mejorar. ¿Qué nos deparará la siguiente? ¡Estaremos atentos para informaros!