Giorgia Angiuli fue la principal protagonista en una noche que hizo honor a lo prometido, siendo los ritmos melódicos los grandes protagonistas
Este pasado sábado tuvimos el placer de asistir a la vuelta de MAUDES a Madrid. Como desde hace unas semanas os veníamos anunciando, el evento madrileño se había propuesto la creación en una sesión clubbing para los meses de otoño e invierno. En esta primera cita, a la que no quisimos faltar, MAUDES confió en Giorgia Angiuli y Oostil como principales artistas invitados, y la noche fue realmente interesante.
MAUDES ha elegido La Riviera para la puesta en escena de sus eventos en formato club. Este club es siempre una apuesta acertada a la vez que arriesgada dadas sus grandes dimensiones. En esta ocasión la mítica sala madrileña tuvo un aspecto más que aceptable y sobre todo un gran ambiente en la pista de baile en la que se podía disfrutar (y bailar, valga la redundancia) sin problemas. También encontramos curiosas novedades en lo que a la ambientación y decoración se refiere, con un stage transformado cuidadosamente para la ocasión. Maudes ha tratado siempre da marcar ligeramente la diferencia y el apartado de la producción es uno de los que más acostumbran a cuidar.
También estaban perfectamente elegidos los artistas internacionales de esta primera edición. Por un lado pudimos disfrutar del virtuoso live de una artista tan “diferente” como Giorgia Angiuli. Diferente por su presencia en el escenario y diferente por el camino por el que lleva sus conocidos sets en directo. La cabina es para Giorgia como un gran parque infantil con el que “trastear” con los diferentes gadgets que utiliza en cabina, que son de lo más diversos y en ocasiones originales. Musicalmente asistimos a una sesión en la que la dj supo mantener la tensión y el ritmo durante dos horas, en la que el poder de los ritmos melódicos fue el predominante. Algo de agradecer es que la artista dio sola y únicamente lo que prometía, sin excesos y sin la necesidad de probar a un público que por una vez pudo disfrutar de una sesión underground por debajo de los 130 bpms, lo cual es, tal y como está la escena actualmente, no es demasiado común. El público, que es soberano, entendió perfectamente lo que había ido a escuchar.
Cuando Oostil tomó el control de la sala el gentío ya estaba suficientemente engrasado, y este artista si que subió ligeramente el ritmo de la noche hacia un techno melódico más contundente pero sin tampoco entrar en la agresividad de otros djs del género.
MAUDES volverá muy pronto con nuevas sorpresas (de las buenas) para dar una visión diferente y original a la oferta club de Madrid, que sin duda respira un ambiente y una diversidad alucinante en nuestro días. ¡Les seguiremos de cerca!