Me gusta salir de fiesta con camisetas largas y sudaderas con capucha sin sentir la presión de que el portero no me vaya a dejar entrar. Afortunadamente, los clubs de música electrónica tienen bastante manga ancha en este aspecto, pero también los hay en los que se ponen exquisitos por no ir con camisa y zapatos. Tras varios días de reflexión, he llegado a la conclusión de que tenía que publicar esto: Salir a escuchar música a tu discoteca de confianza y sin importar el código de vestimenta está infravalorado.

A los clubs se va a sudar y cansarse, pero hasta un punto que del cansancio estás hasta satisfecho. La sensación de estar en la pista con otros cientos o miles de personas no es comparable con quedarse en un reservado con una botella de 150 euros rodeada de bengalas. Bien es cierto que esto es más propio de los antros de reggaeton, en los que se desconoce el concepto del clubbing. También tengo que decir que la gente que frecuenta estos garitos, por lo general, suele ser más maleducada y problemática a pesar de tener una apariencia más formal.

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Vas a pasar un buen rato con tus colegas en ese reservado, sí, pero te estás perdiendo una parte fundamental de la noche. La calidad del sonido desde el centro la sala, que los bajos te recorran el cuerpo si estás cerca de ellos, el contacto visual con el DJ que trata de leer lo que el público necesita bailar en cada momento… Ya casi ni hablo de cuando se forma un pogo, te vienes arriba y entras con todo. Se dejan muchas cosas atrás por grabar un par de stories de las chispitas que tardan como mucho un minuto en apagarse y la botella que en el supermercado cuesta 20 euros.

Todos sabemos que la industria musical es un negocio como cualquier otro y que se busca dinero de diferentes fuentes. De una manera o de otra hay que rentabilizar las fiestas; y no solo eso, sino sacarles beneficio y cuanto mayor mejor, pero a veces el dinero nos ciega y se nos olvida la verdadera esencia de las cosas. Siempre he sido partidario de que cada uno que se gaste su dinero en lo que quiera, pero el clubbing no es para pijos.

Gorka Hernández
Soy el Asier Villalibre de este percal, pero no tengo ni idea de tocar la trompeta; solo sé un poco de música electrónica.