Sumérgete con nosotros en este fin de semana inolvidable que vivimos en La Isla, un festival en el Embalse del Burguillo en el que tan solo 200 asistentes pudimos disfrutar del buen rollo que desprende este gran evento

El sábado pasado salimos de Madrid y nos escapamos hasta la provincia de Ávila, a tan solo una hora de la capital, para vivir la experiencia de un festival único en medio de la naturaleza; nada más y nada menos que en una isla, durante dos días y una noche lleno de buenas vibras, música de todos los estilos, actividades para ejercitar tu cuerpo y mente y lo mejor de todo ¡gente de diez! Todavía, los que estuvimos ahí, no lo hemos superado, así que vamos intentar describir con palabras lo que vivimos allí, aunque va a ser bastante díficil.


La llegada hasta La Isla, en pleno corazón del Parque Natural de la Sierra de Gredos, es todo un espectáculo en sí mismo, no solo por el paisaje que te rodea, si no porque resultó ser toda una aventura. Seguimos las indicaciones que los organizadores nos habían proporcionado y llegamos hasta una playita donde nos recogió en una lancha el que luego sería uno de los artistas de esa noche. Aunque los nervios nos dominaban a medida que nos ibamos acercando a la isla, la cual tiene una capacidad limitada, la música ya empezaba a escucharse y eso nos tranquilizaba.

La mayoría de asistentes ya había disfrutado del festival durante la tarde, noche (y algunos la madrugada) del viernes al sábado y eso nos hacía estar aún más ansiosos y con ganas de disfrutar de todo lo que nos esperaba en ese paraje. Sobre todo dejar atrás la rutina y adentrarnos en un fin de semana, lleno de magia. El viaje en barco ya anticipaba la aventura que estaba por llegar.

A nuestra llegada al festival, nos dió la bienvenida Pipo del Hierro, uno de los organizadores, fundadores y artistas de La Isla, mientras nosotros desembarcábamos con una mezcla entre asombro, curiosidad y mucha emoción. Nada más llegar, ya podías ver a la gente vestida con ropa super colorida y bohemia, algunos con bañador. Como nos dieron envidia, nos dispusimos a poner la tienda cuanto antes en un lugar a la sombra y decidimos coger una de las piraguas para dar una vuelta a la isla y aprovechar los rayos de sol. Con el viento en la cara, de una mañana calurosa, que anticipaba la llegada al verano, recorrimos la isla fácilmente, en apenas 20 minutos y después de cumplir con alguna de las actividades programadas, ya que también podías hacer paddle surf o para los que buscaban una experiencia más relajante tenían la opción de yoga o expresión corporal, decidimos comer para coger fuerzas y empezar a disfrutar de la música.

Mientras comíamos no podíamos dejar de mover los pies al ritmo de la cumbia castiza del grupo Anís Guateque que con una mezcla entre salsa, merengue, guasa y letras típicas del cancionero español, hicieron que nos levantásemos y nos uniésemos al grupo de gente que lo daba todo, siguiendo los pasos de esos músicos tan característicos que se llevaron el calor de todo el público.

A continuación, pudimos disfruar de uno de nuestros favoritos del festival; Neøpreno un artista local que fue capaz de ponernos a tono a todos, algunos incluso se levantaron de la siesta al oír sus temas. Con una esencia única y su sello de identidad, un pañuelo en la cabeza y gafas negras, nos regaló algunos temas remezclados a través de su live set como el de Meet Her at the Love Parade o Night of the Jaguar sin perder la esencia de la original.


A medida que pasaban las horas la cosa se iba poniendo todavía más interesante. Una cantante que nos sorprendió a todos por la vibra que despedrendía y por su vozarrón fue Fitasha que, a la vez que su compañero pinchaba canciones tan míticas como La Tarde Se Ha Puesto Triste de Adonis Alvarez y Dr. Kucho!, ella intérpretaba la letra de los temas regálandonos momentos únicos, dejándonos participar en su set, aunque ella lo hiciera mejor que cualquiera de nosotros.


El olor de la naturaleza se mezclaba con el sonido de la música que ya se podía oír desde diferentes puntos de la isla. Algo a destacar era el buen rollo de los asistentes y lo que más nos llamaba la atención era el ambiente tan bueno que creaba todo el staff del festival; desde los organizadores hasta los de seguridad, pasando por los artistas y camareros, que tuvieron mucha paciencia y siempre estaban dispuestos a servir otra cerveza, un tinto o un remojito, la bebida típica de La Isla: rebujito con un toque de hierbabuena, de la barra libre que ofrecían hasta las nueve de la noche.

Justo a esa hora comenzaba el DJ y productor Sorentino Barone, quien cuenta con su propia fiesta que organiza en la sala madrileña Hangar 48 llamada Black Pepper, además de pinchar en LAB theCLUB o en eventos como Faraday. Él no se anda con bobadas; escogió el momento perfecto, al atardecer. Mientras el sol se metía, nosotros disfrutábamos de melodías grooveras mezcladas con un poco de minimal para nada aburrido y toques más propios del techno pasando por el deep house que tanto le define.

Una vez entrada la noche la música se intensificó con la sesión de otros de los creadores de La Isla, Xacome, fundador también del colectivo Rastro Live. Cada drop del artista sorprendía al público del festival, llevando a cabo una selección musical que variaba desde el dance más divertido con algunos toques houseros combinados con las proyecciones visuales que ya se podían adivinar entre la oscuridad del bosque. La gente se movía cautivada al ritmo de la música, formando una marea humana que respondía a cada cambio de tempo y cada nuevo sonido introducido por Xacome, bailando sin parar con la frescura que desprendía por ejemplo un clásico house de los noventa que pinchó llamado Mas Groove (Go For Yours Groove) de Cevin Fisher.

 
 
 
 
 
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El DJ con base en Madrid dio paso a una de las artistas con mayor proyección musical del festival, que en muy poco tiempo ha sabido situarse en la escena electrónica madrileña. Raquel X hizo subir los bpms, acelarando los ritmos, adéntrandonos en el mundo del hardgroove, con melodías más rápidas, pesadas pero a la vez bailongas. Un set muy selecto y elegante, cargado de samples, con tracks como Mood Killer de Alberto Tolo, que hizo que desde el escenario se pudiera ver cómo la gente la vitoreaba y en sus caras se observaba una mezcla de alegría, asombro y euforia.


Siguiendo con la dinámica groovera, para nuestra sorpresa nos encontramos a Julen Agirrezabal, el mismo chico que nos trajó en lancha hasta este oasis, pero ahora convertido en BASKO. Como su nombre artístico indica, proviene del norte de España, aunque ahora se encuentra asentado en Madrid donde está formando una carrera imposible de evitar dentro del circuito de electrónica de la capital. Nos regaló una sesión marcada no solo por el hardgroove, como su compañera, si no también por el techno más duro en algunas ocasiones, para ponernos a tono en una velada frénetica cargada de jóvenes promesas.


El punto álgido fue el momento en el que Pipo del Hierro se puso a los platos sin dejar que la música se detuviese en ningún momento. Tampoco este artista se quedó atrás, ya que los bmps no deceleraron y los bajos no dejaron de ser potentes en ningún momento. Con el tema de Kashpitzky, I Got This, nos dio la fuerza que no nos faltaba pero que algunos ya necesitábamos después de estar tantas horas bailando. Pero sin duda, Pipo nos regaló un momentazo que todos los isleños recordaremos. Al finalizar su sesión, a eso de las cuatro de la madrugada, no se le ocurrió nada más y nada menos que poner Love Is in the Air haciendo que todos sintiéramos un amor irrefenable por aquel que teníamos al lado.


Después de vivir uno de los instantes más épicos del festival tuvimos la suerte de bailar al ritmo de Josu, así le llaman sus amigos, más conocido como Csuite que junto a Roma Farah realizaron un b2b marcado por un house bastante potente, dejando entrever la complicidad que existe entre estos artistas. Aunque se arriesgaron al cambiar un poco de tercio, musicalmente hablando, nos envolvieron en una espiral más suave sin dejar que la energía se acabase.


Algunos decidimos retirarnos a las tiendas pero no sin antes disfrutar del amanecer sobre el lago. Todavía quedaba disfrutar de algunos de los artistas que pinchaban a la mañana siguiente y para no perdernos ninguno decidimos ponernos la alarma sobre las diez y media para desayunar, reponer fuerzas y bailar con la polifácetica Klau, ganadora de la Open Decks de La Isla de esta edición. Algunos de mañaneo y otros recién levantados, aquello era una mezcla perfecta que ella supo encauzar con ritmos caribeños y africanos mezclados con canciones de artistas como David Guetta y temas como Lady (Hear Me Tonight).


Durante la tarde del domingo, la gente ya empezaba a recoger su tienda y con ello el festival llegó a su fin. La magia de La Isla, con sus momentos de alegría compartida y aventuras inolvidables, ha dejado una huella profunda en todos. Para nosotros fue difícil despedirse de un lugar en el que hemos reido, bailado y también hemos tenido encuentros inesperados con viejos amigos. Aunque haya pasado ya casi una semana, la música aún resuena en nuestros oídos, con temas que se nos han quedado grabados en nuestra memoria.

A medida que el último barco se iba, llevando a los asistentes de regreso a la realidad, La Isla se iba despidiendo con la promesa de futuras ediciones aún mejores. Agradecemos a todos los que hicieron posible esta experiencia: a los organizadores, por crear este espacio tan mágico; a los artistas, por hacernos bailar sin parar; y a cada uno de los asistentes, por ser parte de esta comunidad vibrante y acogedora. Cada sonrisa, cada abrazo y cada momento compartido han hecho de este festival algo único.

Hasta el próximo año, La Isla. Nos vemos en el próximo amanecer, con la misma pasión por vivir. Gracias por cada instante.

Carolina Blasco
Combinando mi amor por el periodismo con la energía de la música electrónica. Mis emociones fluyen al ritmo del beat :)