No vamos a ser los primeros, ni seremos los últimos en hablar sobre esto, pero creo que es algo necesario. El negocio de la reventa de entradas de conciertos/festivales es algo que está creciendo exponencialmente en nuestro país, y en este artículo queremos analizar las causas y las posibles soluciones de este nuevo negocio de dudosa reputación del siglo veintiuno.
¿Es legal la reventa de entradas? Ni si ni no. Obviamente este hecho, conocido por todos, utilizado en eventos deportivos, teatrales o musicales, tiene el beneplácito de la mayoría de promotoras, que ni quieren ni buscan acciones contra esto. La posibilidad de comprar hasta seis entradas por persona, por ejemplo, y sobretodo, que estas entradas no sean nominativas, es el gran problema para que esto se esté volviendo algo incontrolable. De unos años hacia aquí, y gracias a las redes sociales, se ha extendido también la estrategia de subir gradualmente el precio de las entradas de un festival. Lo que seguramente es una gran acción de marketing, hace también que los más “listos” compren decenas de entradas en su primer tramo para luego revenderlas tres meses después con un beneficio casi seguro.
“Vendo boli BIC y regalo entrada para la final de la Champions”.
Algo tan escuchado hace unos años ya no es ni si quiera necesario. Aunque es cierto que plataformas como Ticket Swap o Viagogo intentan (previa comisión, claro) poner un poco de razonamiento y seguridad en el intercambio de entradas, la realidad es que quien de verdad quiere ir a un evento se buscará la vida fuera de las mismas, y pagará lo que considere necesario (hablaremos de esto un poco más adelante).
¿Cuáles son los riesgos de la reventa?
Evidentes. El sobrecoste pagado en la reventa es algo de lo que ningún festival se hará cargo. Por ejemplo, si un gran aguacero obliga a cancelar un festival, este podrá devolverte el dinero original que ha costado la entrada, pero nunca ese porcentaje a mayores que tu has pagado. Esto sumado al temido riesgo de quedarte a las puertas del evento por una mala praxis del vendedor, hacen que aún muchas personas renieguen o desconfíen de comprar entradas en reventa. Pero cada vez son menos… Y cada vez son más los que están al otro lado.
El riesgo del revendedor es prácticamente cero si se sabe elegir el evento. Bon Jovi en Madrid, los Rolling Stones en Barcelona, Justin Bieber vuelve a hacer tour o Daft Punk resurgen de sus cenizas (ojalá). ¿Como no van a hacer SOLD OUT estos shows? Todo esto sumado a la relativa facilidad de generar “bots” que compran entradas (hablamos de venta digital lógicamente), hacen que sin demasiado esfuerzo pueda hacerme con 100 entradas para uno de estos shows. Y el resto de la historia ya lo sabéis.
¿Hay solución?
Creo que si -Queden claro en este punto mis limitados conocimientos sobre marketing, o viabilidad-. Algunos festivales como Medusa ya hacen pagar al cliente que desee un cambio de nombre en su entrada la diferencia monetaria entre el día de la compra y el día del cambio. Otros festivales europeos como Electric Love, si bien no cobran exactamente la diferencia, si que te aplican un cobro de 18€ por el cambio de titular. De esta manera el usuario se lo pensará dos veces antes de comprar la entrada a la ligera (sin saber a ciencia cierta si podrá ir).
Las entradas deberían ser siempre nominativas y, por consiguiente, haber un control exhaustivo en los accesos del recinto. Algo, que dicho sea de paso, tampoco está nada mal a la hora de la seguridad dentro del evento. Es cierto, puede ser un engorro, pero hay eventos en los que se hace sin muchos problemas, como por ejemplo en el Mobile World Congress de Barcelona, con 110.000 visitantes en 2017, todos ellos perfectamente identificados. Para que este sistema no tenga problemas se podría poner la posibilidad de devolver entradas al propio distribuidor en caso de no poder ir para que vuelvan a ser puestas a la venta (por ejemplo teniendo una lista de espera), permitiendo así una reventa legal al mismo precio pero pasando por la organización. Esto eliminaría muchos problemas que vemos en la actualidad, y no parece tan complicado, ¿verdad?.
Otras opciones que se han planteado sería subir el precio a las entradas, intentando ajustar la oferta y la demanda (por ejemplo con algún tipo de subasta online), algo que se hace en el día a día con el precio de artículos de ocio. En este punto hay un efecto curioso, del que ya os hablaba antes: aunque los fans están dispuestos a pagar a los revendedores precios desorbitados por una entrada quizá no lo estén tanto de hacerlo a la venta oficial. ¿El motivo? Los fans saben que el revendedor es alguien que busca un margen alto y que está haciendo algo ilegal, les duele pagarlo pero lo hacen. Pero muchas veces no pagarían eso a un artista que seguramente es rico y ya gana suficiente dinero. Si por ejemplo Tomorrowland o el tour de Swedish House Mafia, pusieran a la venta las entradas a 800 o 200 euros respectivamente, sería un escándalo, mientras que no lo es tanto que lo hagan revendedores de dichos eventos (de hecho pasa, o está pasando).
En definitiva, es un problema de difícil solución a corto plazo. Festivales como Viña Rock o Arenal Sound, que hacen SOLD OUT año si y año también, deberían ser los primeros en tomar este tipo de medidas, ya que son un “blanco fácil” para quien quiera sacar tajada económica del asistente al festival, que por cierto suele ser joven y con poco poder adquisitivo. ¿Que propondríais vosotros? ¡Dejad vuestras ideas en comentarios o en nuestras redes sociales!