La marca alemana de techno aterriza en IFEMA por segundo año consecutivo y consigue reunir a 31.000 asistentes en dos días, con un gran nivel musical y visual, pero algunos aspectos organizativos y logísticos por afinar
Más de treinta años después de su nacimiento en Mannheim en 1994, Time Warp sigue siendo sinónimo de techno de calidad y producción envolvente. Su aterrizaje en España el pasado año dejó una primera edición muy positiva: un montaje de calidad, buen sonido y un ambiente de puro techno. Este año, la segunda edición en Madrid continuó esa misma dinámica, atrayendo a todavía más asistentes, y haciendo gala de sus visuales impactantes y una experiencia que trató de mantener la esencia de la marca alemana. Durante el pasado fin de semana del 10 y 11 de octubre, 31.000 personas disfrutaron de dos intensas noches de techno en los pabellones 5 y 7 de IFEMA, donde cada espacio ofrecía un universo sonoro y visual distinto.
Viernes: dos pabellones, dos mundos
El primer día vendió algo menos de entradas, lo que se tradujo en una experiencia cómoda y fluida. Moverse entre pabellones era sencillo, las barras no estaban sobrecargadas y los baños funcionaban con normalidad. Los sistemas de aforo por pabellón tampoco generaron inconvenientes: todo estaba bajo control y permitía disfrutar de la música sin grandes obstáculos logísticos.
En el Pabellón 5, el techno, el trance y el hard groove se combinaron con una energía frenética que no daba tregua. Luxi Villar abrió la jornada, preparando el terreno con su característico sonido hard groove. Como apunte, destacar como acierto de la organización el haber puesto artistas potentes al inicio porque encendió la energía desde temprano y también dio visibilidad a talentos nacionales, como nuestras queridas Anna Tur (en el Pabellón 7) y Luxi.
Continuando con la noche, el Pabellón 5 se encendió completamente cuando subió el colombiano Funk Tribu, desplegando su mezcla de trance, funk y melodías futuristas. Luego llegó Patrick Mason, combinando performance, baile y técnica, un set que conectaba con el público a nivel físico y emocional. Tras él, KI/KI llevó su trance underground a otro nivel: ritmos hipnóticos y futuristas que mantenían la pista en movimiento constante, marcando un punto álgido de intensidad y hype.
Cerrando el Pabellón 5, Deborah De Luca mantuvo la intensidad hasta el final, mezclando hard techno y groovero con transiciones limpias y contundentes, dejando claro por qué es una de las figuras más consolidadas del circuito. Durante toda la noche, el sonido del pabellón fue bueno, aunque faltó algo de presión sonora en las primeras horas, si bien esto no impidió disfrutar de sets con tanta personalidad.
Mientras tanto, el Pabellón 7 ofrecía un tono más pausado y groovy. El B2B de BLOND:ISH y Franky Rizardo construyó un viaje house y tech house con guiños frescos y sorpresas sonoras, cerrando con el remix de la canadiense de ‘Walking On A Dream’, que hizo al pabellón parte de un momento casi cinematográfico. Después, Seth Troxler desplegó su carisma con mezclas inesperadas, incluyendo un remix de ‘Bésame Mucho’, que desató gritos, cantos y risas. El cierre del pabellón llegó con Jamie Jones B2B Joseph Capriati, dos leyendas del tech house que firmaron un set con sonidos cálidos, profundos y elegantes, evocando la vibra de club de los 2000; un cierre nostálgico y a la vez lleno de groove que conectó con todos los presentes.
A nivel visual y de producción, la experiencia fue positiva: el Pabellón 5 contaba con una instalación simulando una cueva con luces hipnóticas, creando un ambiente envolvente, aunque no tan espectacular como el año pasado (al menos desde la pista) cuando los globos en el techo deslumbraban aún más; este año, la red y la iluminación estuvieron muy bien, pero sin el mismo efecto “wow”. Por su parte, el Pabellón 7 destacó con una serie de líneas LED paralelas que se movían al ritmo de la música y que definían un espacio elegante y moderno. Resumiendo este día: la combinación de estilos en el line-up, la producción visual y la afluencia menos cargada de gente hicieron que el viernes funcionara como un arranque perfecto, dejando el listón muy alto para la jornada del sábado.
Sábado: más techno, más gente, más contundencia
El sábado, Time Warp colgó el cartel de sold out, y la experiencia cambió considerablemente respecto al viernes. El acceso fue algo caótico: largas colas para el público general, gente de early access mezclándose con entradas normales, y señalización insuficiente. La movilidad entre pabellones era un laberinto: algunas puertas eran solo de entrada, otras solo de salida, y moverse de backstage a pista o viceversa implicaba dar vueltas considerables. Los baños y las barras también se saturaron más que el viernes, aunque la organización mantuvo el control dentro de lo posible.
Musicalmente, la intensidad fue máxima. En el Pabellón 5, Zarco y Ogazón abrieron con sets hipnóticos y raw, apostando por un techno groovero que puso a vibrar la pista desde el inicio. Luego llegó uno de los momentos álgidos: el B2B de Klangkuenstler y Future.666, combinando techno funky, hardgroove oldschool y un toque de schranz. Sonaron clásicos y unreleased, incluyendo el icónico ‘Toter Schmetterling’, y el alemán nos cautivó y nos hizo vivir lo que podríamos llamar “The klangkuenstler Effect”, es decir, ese momento en que una canción une a miles de personas y te eriza la piel. Más tarde, cerca del cierre, soltó su nuevo track “Sonne Geht Auf”, y fue el broche perfecto para un set que combinó baile, emoción y una conexión total con el público.
El siguiente B2B, de Héctor Oaks y Daria Kolosova, comenzó con descuadres y algunos errores en las transiciones, pero se transformó en un set complejo y en capas, con hardgroove old school, trance y acid, y con momentos de contundencia que mantuvieron la entrega del público. Entre este set y la actuación especial de Richie Hawtin, DEX EFX X0X, hubo unos minutos de espera mientras la cabina se transformaba para su live envolvente. Un gran set de la leyenda del techno, que en parte nos dejó un sabor de boca agridulce, ya que esperábamos algo más de contundencia, dados los sets que se habían sucedido detrás, con una bajada desde los 150-155 a unos 135 BPMs.
Si bien no era culpa del artista ni de la organización, ya que un show de estas características solo podía estar al final por motivos de logística, esperábamos una propuesta más dura, que sí se daría en los últimos 20 minutos, cuando hubo un parón repentino de la música y, posteriormente, al minuto, se reanudaría. En cualquier caso, lo dicho: muy buen set de Richie, donde el show de luces fue distinto al resto de presentaciones, más oscuras y sombrías, y la música fue exquisita, con un kick que durante la más de una hora de sesión nos hacía temblar el pecho y un carácter hipnótico muy propio del artista naturalizado canadiense.
En el Pabellón 7, la jornada también fue arrolladora. Pudimos escuchar parte de la sesión de Enrico Sangiuliano, quien fue relevado por su esposa Charlotte de Witte: la expectación por ver a la belga era tal que el espacio alcanzó el aforo total, activando así el protocolo de aforos por pabellón y haciendo a mucha gente perderse parte de este divertido despliegue de acid techno. Tras ella, Clara Cuvé mantuvo e incluso incrementó la intensidad hasta el final, con un set muy frenético que no dio ni un minuto de respiro. Por último, el cierre de este Pabellón 7 corrió a cargo de 999999999 en formato live, que firmaron un set de sonido rave muy divertido, con un cierre apoteósico adaptando el clásico ‘I Want Your Soul’ de Armand Van Helden.
Balance final: alto nivel musical, margen de mejora en experiencia
Time Warp Spain 2025 confirmó que su propuesta musical sigue estando al máximo nivel. Desde los primeros vinilos de Zarco y Ogazón hasta los live sets de Richie Hawtin y 999999999, pasando por los B2B más esperados del festival, la segunda edición en Madrid ofreció techno en todas sus vertientes: desde el hardgroove más frenético hasta el tech house y el acid más divertido, con momentos de euforia colectiva que solo un festival de esta magnitud puede generar. La calidad de los artistas, la diversidad de estilos y la capacidad de conectar con el público dejaron claro que, en términos musicales, Time Warp mantiene su estatus como referente internacional.
Sin embargo, la experiencia global todavía tiene margen de mejora. El sonido, especialmente en el Pabellón 5 durante las primeras horas de la noche, no siempre alcanzó la contundencia que merecían ciertos sets; y aunque la producción visual fue espectacular, algunos elementos, como la instalación de la «cueva», no lograron replicar el efecto tan impresionante del año pasado. La organización logística funcionó bastante bien el viernes, pero el sold out del sábado puso a prueba el acceso, la señalización, la movilidad entre pabellones y el control de aforos. Las colas largas, la mezcla de públicos con distintos tipos de entradas y los recorridos obligados por determinadas puertas complicaron un poco la experiencia, al igual que la saturación, especialmente en baños.
Aun así, estos inconvenientes no empañaron la sensación general: Time Warp Spain volvió a demostrar que su valor principal es la música y la capacidad de generar momentos inolvidables con producciones de gran nivel. Si logra ajustar estos aspectos logísticos y de experiencia para futuras ediciones, la marca alemana puede consolidarse definitivamente en Madrid, ofreciendo un festival que combine la excelencia sonora con la comodidad y fluidez que un público exigente merece.
