A pesar de que no se vendieran todas las entradas y de que la localización del evento siga siendo un problema para mucha gente, el gran cartel y la magnificencia de los 4 stages resolvieron correctamente esta edición

Muchas luces que esconden alguna sombra es una buena manera de definir lo que fue este festival. Como todos los años, A Summer Story es una de las propuestas más atractivas a nivel de cartel de la escena no solo madrileña, sino nacional y en eso siguen siendo de los mejores. De los sets hablaremos más adelante, pero hay que destacar el perfecto balance entre prácticamente todos los palos de la música electrónica que más triunfa hoy en día, desde los ritmos urbanos de Bresh hasta el hardstyle de Sub Zero Project pasando por el acabadísimo hard techno.

Si a esto le sumamos leyendas capaces de llenar casi cualquier escenario como pueden ser Dj Snake, Carl Cox, Don Diablo y, por supuesto, Dj Nano, nos queda una propuesta de lo más atractiva. Además, el hecho de que sean solo 4 stages y no más nos asegura poder disfrutarlos prácticamente todos ellos sin perdernos mucho y eso es algo que nos encanta. Al juntar estas razones con que acaba de comenzar el verano es lógico que, a pesar de tener que hacer un largo recorrido hasta Arganda, el equipo de Wololo Sound se desplazara a la Ciudad del Rock para ser partícipe, un año más de esta gran experiencia.

El planning del festival era claro, comenzar calentando con ritmos suaves para ir subiendo la intensidad y culminar con cierres en los que no existiera la misericordia a la hora de repartir BPMs. De este modo, el primer día pudimos calentar motores con Pole Position o las Mëstiza en el Mainstage o con Don Diablo y Juicy M en el Green para culminar con Oguz, 999999999 y Alt8 por un lado y con un espectacular closing set de 3h de Fatima Hajji por el otro.

Aunque el viernes tuvimos el debut de la marca Bresh, la cual asumió todo el peso del Air Europa Stage. Si bien los más puretas y asiduos al festival podrían tener una actitud recelosa ante esta novedad, lo cierto es que la que se presenta bajo el eslógan de “la fiesta más linda del mundo” nos hizo disfrutar de lo lindo el tiempo que pudimos estar allí. Sets a golpe de mashups y remixes de temas urbanos conocidos por todos con sonidos electrónicos, mucho baile y un ambiente juvenil que nos hicieron entender un poco mejor el por qué del éxito de la marca.

Fotografía por Daniel González

Y si hablamos de este escenario, inevitablemente tenemos que trasladarnos al sábado donde, un año más, el incombustible DJ Nano se puso a los platos durante más de seis horas con su clásico Oro Viejo. Todo un viaje por lo mejor del remember y la música de baile española, desde los ritmos más contundentes a esas cantaditas más emotivas que nunca pueden faltar, ya convertidas en himnos de varias generaciones como ‘Désenchantée’, ‘Let the light shine in’ o ‘Flying Free’. Un show que si bien sorprende poco en lo musical, no deja de hacerlo a nivel de producción, continuando con la apuesta que llevamos viendo en las últimas ediciones por el juego de visuales que, sin duda, dan empaque y crean toda una experiencia audiovisual.

Rodeados de muchas sonrisas y brazos en alto, con el sol sobre nuestras cabezas y entonando aquello de “Why do flowers die?” nos despedimos un verano más de la sesión que tantos buenos momentos nos sigue regalando. Y es que, si decíamos antes que Bresh es conocida como la fiesta más linda del mundo, si barremos para casa no hay duda de que Oro Viejo sigue postulándose como la fiesta más emotiva de la electrónica en nuestro país.

Fotografía por Daniel González

Aunque, sin lugar a dudas, uno de los mayores reclamos del evento, fue el Green Stage, reservado para los sonidos más fuertes (con el permiso de los cierres del Main de los que hablaremos más adelante). El hard tecno está de moda, eso es un hecho y si tenemos un cartel con nombres como 6EJOU, Luciid, Cera Khin, Oguz y compañía es apuesta segura. Bien es cierto que muchos de estos nombres ya los hemos visto varias veces en Madrid y que atraen a público que no entiende muy bien donde está, pero, por otro lado, también son artistas que aman nuestra ciudad y que lo demuestran con sets muy trabajados y con la legión de fieles que han ido acumulando evento tras evento en la capital.

Hablando del primer día, el mayor reclamo y una de las estrellas fue el turco Oguz Gulcenbay. Un Dj que ha abandonado la pura potencia para realizar sets mucho más melódicos en los que mezcla hits suyos como ‘So Alive‘ o ‘Golden SZN‘ con remix a tracks como ‘I like the way you kiss me’ o ‘Thank you (Not so bad)‘ con el que cerró ganándose la ovación del público tras un nuevo despliegue de talento show y energía. Por otro lado, la parte más industrial y neorave corrió a cargo de una Caravel y del dúo italiano 999999999.

La primera fue la encargada de comenzar con los sonidos más agresivos a las dos y media y sus percusiones industriales sumados a los drops contundentes hicieron que el stage se llenara (y así se quedó hasta el fin de fiesta). Hablando de los segundos podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que fue uno de los mejores sets que hemos visto de Carlo y Giovanni. Con una intro apoteósica, fueron fieles a su sonido de ¨Acid Bass Army¨ demostrando galones y mezclando sin parar tracks suyos como ‘Power to the raver‘ con efectos en live y una lluvia de drops ácidos impresionante.

Fotografía por Daniel González

Si el viernes fue potente, el sábado aún más. Esta vez, el Green comenzó a respirar hard techno sobre las doce con Brenda Serna, Luciid, 6EjOU y Cera Khin quienes nos regalaron neorave, schranz, industrial y hasta algún toque de early hardstyle que ya viene siendo ostumbre en los cierres de este tipo de artistas. A continuación, para cerrar este escenario había nada y nada menos que dos mosntruos. Shlomo y Basswell, casi nada. El primero con un set muy completo, potente pero bailable con remixes, mashups y track que apenas han visto la luz como ‘Sounds of the underground‘ de DXPE y el segundo con el bajo por bandera, elevandolo hasta el cierre de rawstyle y sin dejarse sus clásicos como ‘Massive Attack‘ o ‘This is war‘ hicieron temblar y dejaron más que satisfechos a los miles de ravers que aguantaron en el Green Stage

Fotografía por Daniel González

El Mainstage también dio mucho de lo que hablar. Este año, el escenario volvió a estar patrocinado por Lenovo, y presentaba una apariencia casi monstruosa con un gran despliegue de pantallas a lo largo y ancho de su gran tamaño. Pero no todo iba a ser pura fachada, la música fue indudablemente lo más atractivo. En este escenario pudimos disfrutar de algunos de los sets más esperados y de mayor caché del festival.

El viernes, Carl Cox y Richie Hawtin dirigieron a la gran masa que componía el público con el techno más techno de todo el festival. Además, el set de Richie duró media hora más de lo esperado por la baja de Daria Kolosova de la que hablaremos a continuación pero, desde luego que no vamos a quejarnos de disfrutar un ratitito mas de este maestro en cabina.

El segundo día este escenario también rebosó calidad por todos sus altavoces, desde el tech house de Wade, al inconfundible estilo de Gordo, pasando por DJ Snake y Morten, el Mainstage coronó un año más con nombres de reconocimiento internacional. Todos estos artistas destacaron por su energía y la conexión con el público.

El DJ sevillano ofreció una mezcla vibrante de tech house pero con ritmos contundentes y un bajo que mantenía a la audiencia en constante movimiento. Su selección de pistas y transiciones fluidas crearon una atmósfera electrizante que resonó con los asistentes. Por otro lado, Gordo, anteriormente conocido como Carnage, cuando pinchaba trap o hip-hop, presentó un set de house con influencias de la música latina haciendo una combinación de lo que se conoce como latin tech. Ambos DJs demostraron por qué son nombres destacados en la escena electrónica actual, ofreciendo actuaciones memorables que dejaron una huella en el festival.

Fotografía por Daniel González

Finalmente, como veníamos contando, una de las claves de este festival fueron los increíbles cierres del Mainstage. Hablando del primero, y debido a que Daria Kolosova tuvo un problema de salud, (no os preocupeis ella ya está bien y además es la primera confirmada de A Summer Story 2025) la organización reaccionó con maestría programando un closing set de tres horas de una de las Djs más queridas de la escena, doña Fatima Hajji.

La salmantina asumió como ella solo sabe el reto de cerrar el festival y, una vez más, salió por la puerta grande. Su habitual potencia y estilo nonstop se combinaron con el amancer para dejarnos uno de los momentos a destacar del festival. ¿A quién no le gustaría ver el sol salir mientras suena un remix a ‘Kernkraft 400‘ o ‘Violines‘? Una vez más, chapeau Fatima y chapeau al festival por la manera de solucionar el contratiempo.

Aunque, si el cierre de la salmantina fue increíble, el fin de fiesta del sábado a cargo de Sub Zero Project fue, para nosotros, lo mejor del festival. Cerrar con hardstyle suele salir bien pero, si los encargados de hacerlo son una de las parejas más en forma de la escena solo nos queda haber guardado las suficientes fuerzas para saltar y disfrutar. Nigel y Thomas apostaron por un set híbrido entre lo comercial y sus tracks clásicos, intercalándolos constantemente y haciendo vibrar al público con cada drop.

De este modo pudimos disfrutar de remixes de EDM con vocales muy conocidas coronados con drops de hardstyle y raw que volvían loco al público con tracks como ‘Halo‘ ‘Refuse to Speack‘ ‘Path of the Warrior‘ o ‘Gates Are Burning Down‘ de Dual Damage. Aunque, para nosotros fueron dos tracks los que se nos quedaron grabados para el recuerdo, ‘Our church’ por lo que representa el ¨traer un pedacito de HeadHunterz al festival y ‘We ignite‘ el cual se coreó hasta la afonía a pesar de que mucha gente ni lo conocía.

Fotografía por Daniel González

Sobre el festival

A Summer Story se despidió así de su octava edición, una edición con la que se va consolidando como festival y afianzando en la gran oferta de festivales del país. Las disculpas y errores ya no valen, o al menos, cada vez lo hacen menos. Este año hemos notado más de una mejora respecto a años anteriores, como una mayor presencia de baños y fuentes, algo siempre muy demandado y de lo que muchos festivales carecen. Además, como casi todos hoy en día, contaba con sistema cashless, tokens cargados directamente en la pulsera y ya se pueden retirar los que no se hayan gastado.

Por otro lado, este año se estrenaba organización. Los escenarios, anteriormente situados muy retirados uno de otro y haciendo de A Summer Story un festival de largas distancias innecesariamente, se encontraban ahora uno al lado de otro y dándose la espalda entre sí. Una distribución que ha sido todo un acierto y ha mejorado notablemente la experiencia.

Un factor que sigue y seguirá siendo siempre una queja sobre este festival es su localización, bastante alejada de Madrid Centro. Sin embargo, el festival cuenta con servicio de lanzadera desde varios puntos de la ciudad y es posible llegar en transporte público hasta bastante cerca del mismo, aunque el camino sea un tanto largo. Sin embargo, es complicado encontrar un lugar de estas características en Madrid, ya adaptado para festivales y eventos y lo suficientemente alejados como para que las quejas de los vecinos no existan.

Es un festival de música electrónica que, aún con la electrónica como protagonista, junta a todo tipo de público, algo que este año se ha vivido todavía más por la presencia del escenario de Bresh. Fueses del público que fueses, si una cosa había en la pista, además de buen sonido, era comodidad, con espacio para bailar a gusto y facilidad para alcanzar al tan deseado front row.

De este modo cerramos un año más nuestra presencia en A Summer Story, esperemos que el año que viene podamos decir que se han solucionado los pequeños errores y volvamos a disfrutar tanto o más que en esta edición.

Jorge Casas
Estudiante de la UC3M y amante de las emociones y los sonidos fuertes. Todo lo que lleve el prefijo hard es bienvenido. Que nunca mueran las cantaditas ni el sonido makina! Arriba el buen rollo, las risas y los bpmS!