2015, sin duda el año en el que la escena nos tenía preparada la explosión de otro de esos nombres que harían historia en la música electrónica, hablamos de nada más y nada menos que Marshmello, a día de hoy uno de los nombres más grandes dentro de la música electrónica y fuera también.
Si no le conoces es que debes estar demasiado out de la música, pero te lo presentamos brevemente, Marshmello es un DJ y productor de música electrónica de los géneros Future Bass, Trap y Electro House. Comenzó a ganar notoriedad internacional gracias a sus remixes de canciones de Jack Ü y Zedd entre otros.
Marshmello lleva una máscara en sus apariencias públicas. Su identidad es desconocida, si bien frecuentemente se especula con que podría ser el DJ estadounidense Chris Comstock, más conocido por su nombre artístico, Dotcom, cuyo estilo es similar al de Marshmello, a lo que hay que sumar varias coincidencias, como que tienen el mismo agente y que supuestamente comparten los mismos tatuajes y día de cumpleaños. En una entrevista, Skrillex se refirió a Marshmello como “Chris” cuando este le llamó en medio de la entrevista.
A pesar de su anonimato, ha recibido numerosos reconocimientos internacionales en su breve carrera, iniciada en 2015. Su personaje de DJ enmascarado está inspirado en otros como Deadmau5 o Daft Punk, su vestuario y escenografía, además de recurrentes «trucos publicitarios», como cuando el DJ Tiësto apareció disfrazado de Marshmello, también han contribuido a su éxito mediático.
A lo largo de su corta pero ilustre carrera, Mello ha logrado lanzar múltiples canciones repletas de estrellas, ‘Friends’ con Anne-Marie, su single ‘Alone’, hasta el ‘Merengue’ con Manuel Turizo, así como algunas colaboraciones absolutamente históricas más. La pasada semana y sin previo aviso, Marshmello, lanzaba un post que dejaría a toda la Mellogang con la boca abierta, y es un EP donde volvería a su sonido originario, a donde todo comenzó, al future bass que tan característico hizo al americano.
Tras su gran éxito con el dúo Mellodeath, junto a Svdden Death y publicar hasta un EP de riddim dubstep en souncloud, Marshmello, ha pasado por todas las facetas habidas y por haber de su sonido, y tanto de volver al dubstep, como ahora de volver a su sonido primario, es sin duda lo que más eco le ha dado entre la industria.
El nuevo álbum de Marshmello, ‘The Roots‘, marca más que un regreso común. Es un viaje que se atreve a evocar tanto la inocencia como la intensidad de su ascenso de finales de la década de 2010, al tiempo que abraza la madurez que ha ganado en el camino.
Mello orquesta un sonido entre el pasado y el presente en ‘The Roots’ , tejiendo una red de altibajos hipnóticos y eufóricos mientras entrelaza recuerdos de su meteórica trayectoria con la complejidad de la era moderna. La canción que abre el álbum, ‘Just Can’t Stop’, prepara el escenario con una mezcla deslumbrante de sintetizadores brillantes y temblorosos y tambores potentes, que irradian una intensidad que se siente como la luz del sol atrapada en el sonido.
El artista recurre a Viperactive para otro tema destacado, ‘In The Cut’, un asalto desenfrenado a los sentidos impulsado por la percusión. La canción no pierde el tiempo y avanza a toda velocidad con salvajes drops de trap que suben y se estrellan con una gracia caótica mientras Viperactive aporta una ferocidad que se fusiona maravillosamente con el sonido pulido de Marshmello. En ‘Fired Up’, Marshmello trabaja junto a Hamdi. Uno de los nombres del momento en el UK dubstep. Encuentra un copiloto dispuesto en el gran éxito de EDM.com Class of 2024, que combina la emoción del dubstep del Reino Unido con su propia marca de trap nostálgico.
Y luego está ‘Bad Boys’, una colaboración explosiva con Trickstar y el eterno Lil Jon, una canción que es una tormenta de voces ladradoras y bajos armados. Los sintetizadores digitalizados de Marshmello rebotan con una sonrisa maliciosa, bailando peligrosamente alrededor del llamado a las armas de Lil Jon. Es un recordatorio de que incluso en su abrazo de nostalgia, Mello no tiene miedo de quemar las expectativas y construir algo salvaje de las cenizas.