La programación madrileña, en lo que a música underground se refiere, está a un nivel altísimo. Son varias las salas que apuestan por artistas de tirada internacional semana tras semana, y MONDO está en ese selecto grupo. Hace unos días presenciamos la (enésima) visita de Boys Noize a la sala del centro de la capital un día después de su actuación en Barcelona, y apenas una semana después de su confirmación para Ultra Miami en su dúo Dog Blood junto a Skrillex.
Y es que, si hay una palabra que define el estilo de Boys Noize, es versatilidad. El veterano productor se mueve en diferentes estilos tanto en el estudio como en la cabina, y esto hace que sus sets suelan ser un popurri repleto de altibajos y con muchos ases y sorpresas en la manga.
Antes de alucinar con esta sesión pudimos disfrutar de cuatro horas de warm up del habitual Gerardo Niva. El residente, que se mueve como pez en el agua en la sala, calentó al público de una manera óptima. Sin complicaciones: Techno desde primera hora y una correcta línea de menos a más en cuanto a la dureza de los kicks.
En el momento en el que Boys Noize sube a cabina, todo cambia y nada es como te lo esperas. La sesión duro casi dos horas y media en la que pudimos escuchar todo tipo de ritmos, géneros y estilos. Aunque el techno fue, por supuesto, lo predominante, Boys Noize mezcló hits a diferentes BPMs con una soltura increíble, rápidas transiciones, y muchos tintes de electro como viene siendo habitual. La skill del artista es total, y el juego de samples y vocales a lo largo de la sesión dio también fe de ello. En momentos puntuales pudimos escuchar incluso algún ritmo a 105-108, además de algún tramo de house más bailongo como el que presenta bajo su alias ELAX en los últimos meses. La sorpresa era total cuando pasadas ya las 6:00 am el productor decidía extender su set media hora más, donde opto por una sucesión de temas funky/disco con aura ochentera. Sin duda un cierre inesperado y diferente a casi todo lo visto antes en Mondo.
Una noche redonda con un gran ambiente, y, dicho sea de paso, ninguna aglomeración ni overbooking en una sala a la que volveremos, seguro, dentro de muy poco.