Gracias a sus más de dos décadas de trayectoria La Troya ha traspasado la barrera de la música: se podría definir como un ritual de liberación, glamour y excesos cuidadosamente orquestados que ha marcado la historia de la Ibiza más salvaje y hedonista. Nacida a finales de los años 90 y con un largo historial de amantes, este año ha encontrado su hogar en la arena dorada de Playa Soleil, donde el sol y el mar se combinan con la energía de un público que busca perderse entre luces, ritmos y performances.

El concepto va más allá de la fiesta para posicionarse como un espectáculo total. Inspirada en la cultura pop y la teatralidad del carnaval, la residencia entrega un universo donde la música electrónica se mezcla con la diversión más explícita: cabaret, drag queens, performers y un despliegue visual que convierte cada jornada en una experiencia multisensorial. Cada detalle está pensado para transportar al asistente a un mundo paralelo donde los límites se desdibujan y la noche se estira hasta rozar el día.
Originalmente celebrada en varios clubes emblemáticos de Ibiza, La Troya ha dado este año un paso más allá estableciendo su residencia cada miércoles hasta el 1 de octubre y celebrando el legado de Brasilio De Oliveira, creador del concepto. El espacio de la playa permite una puesta en escena única con escenarios flotantes sobre la arena, barras abiertas al sol y áreas VIP que miran al mar mientras suenan los clásicos del house y la música disco.
Playa Soleil Ibiza 2025: Opening, residencias, cartel, noticias y entradas
La combinación de talento musical y teatralidad visual genera un flujo constante de momentos inolvidables: desde los primeros rayos de sol sobre la arena hasta la última copa compartida en el club al ritmo de la música. Los residentes Óscar Colorado y Paul Darey se encargan de la selección musical y Baby Marcelo —icono de la fiesta— aparece en los momentos culmen de la misma, garantizando el espectáculo.
La Troya se mantiene firme y continúa consolidando año tras año su candidatura como una de las fiestas referente, pues la magia de sus días y noches no solo se mide en el volumen del sonido o en la intensidad de la pista de baile, sino en la capacidad de transformar a cada asistente en partícipe de una historia que temporada tras temporada se torna sin igual.
