Tres estilos, tres visiones y un solo propósito: hacer bailar a Ámsterdam. Audio Obscura cerró su paso por la Raw Factory con un triple B2B que mezcló hard house, groove, y hasta bass en un set tan inesperado como divertido.

El sábado regresamos al parking de la Raw Factory, ese lugar que Audio Obscura convirtió en uno de los escenarios más singulares del ADE. Esta vez para un set muy particular: un B3B entre Malugi, Chloé Caillet y Salute. Tres artistas con estilos distintos pero complementarios. Malugi, con su energía trance y hacerhouse, Chloé Caillet aportando elegancia, groove y un house con alma, y Salute, más orientado al UK-garage y sonidos bass de pista.
La combinación funcionó mejor de lo que esperábamos. Tres horas de set que se sintieron como un viaje continuo y orgánico. No era una simple sucesión de temas, era un intercambio de ideas entre los tres, que jugaban con la energía y el tempo, pasando de grooves cálidos a drops más potentes sin perder coherencia.
Un lugar que volvió a brillar
El espacio fue exactamente el mismo que el del jueves: el parking de las oficinas de G-Star RAW, convertido en una rave minimalista y elegante. Un lugar peculiar, con techos bajos, luz estroboscópica y ese aire industrial que lo hace tan distinto de cualquier club tradicional. Aquí os contamos como nos fue el jueves, por si queréis echarle un vistazo
La ambientación volvió a ser una pasada: luces lineales a lo largo del techo, humo, sombras, y esa sensación de estar en un sitio secreto. Lo mejor, como ya contamos, era poder moverte por detrás de la cabina del DJ y subir por la rampa hasta la planta superior, donde el ambiente era casi místico. Un espacio medio vacío, envuelto en humo y flashes. Pasear entre las columnas del parking, con la música resonando desde abajo y la luz cortando el aire, fue casi hipnótico.
Sonido, energía y público
El sonido, a pesar de lo difícil del lugar, volvió a estar de notable alto. Aun con los techos bajos, la mezcla se sentía clara y potente, sobre todo en la parte trasera de la cabina, donde los monitores proyectaban el sonido de forma espectacular. Estar allí, detrás de los DJs, fue un privilegio. Y es que desde ese punto podías ver al público en euforia total, y el contraste era precioso. La calma de estar tras el DJ frente a la energía desenfrenada de la pista.
Y hablando del público, muy en la línea de Audio Obscura: predominantemente holandés, con ese equilibrio tan suyo entre sobriedad y pasión. Aquí la gente no necesita parecer el máximo raver para vivir la música. Hasta la persona con la mayor pinta de pija tiene los códigos de la fiesta y se mueve por el lugar con saber estar, con ritmo y con respeto. Da gusto ver a un público que entiende el código de la noche, que sonríe, que disfruta siendo consciente del espacio y que vibra con cada canción.
Un cierre perfecto de sábado
Y es que además, el cambio de hora (a las 3 fueron las 2) nos regaló un momento curioso, literalmente vivimos un salto en el tiempo. Eso añadió un toque casi místico al set. Tres artistas en su punto, un público entregado y una venue que, por segunda vez, demostró ser uno de los mejores experimentos de esta edición del ADE.
Y no podemos irnos sin mencionar el cierre de Bella. Un artista totalmente desconocido para un servidor y que nos regaló uno de los mejores sets del ADE. Dinámico, sensible, con un tracklist impecable y con una energía feliz y sentimental que nos encantó. A pesar del cansancio no quedó otra que permanecer hasta el cierre, ya que no paramos de bailar de ni un segundo.
Y ya si que si, terminamos con el cuerpo pidiendo descanso después de tantos días de festival. Aun así, no nos queda más que darle a las gracias a Audio Obscura, que volvió a hacerlo: convertir un simple parking en un espacio con alma, y una sesión de tres DJs en una experiencia que quedará en la memoria. De nuevo, Music & Art in Obscure Places.






