Un día como hoy decíamos adiós a una de las figuras clave de la electrónica en nuestro país. En este artículo repasamos su trayectoria y su legado.

Aleix Vergés nació un 28 de diciembre de 1973 en Barcelona. Hijo de Chisca y Alfonso – un eminente ginecólogo de la Ciudad Condal – , fue el mayor de cuatro hermanos y alguien muy especial desde pequeño. Quienes le conocieron le describen como un niño inquieto, que poco encajaba en el sistema educativo convencional pero con una creatividad insultante y una sensibilidad muy aguda. Aleix percibía las cosas con mucha más intensidad que la mayoría de las personas, tanto lo positivo como lo negativo, y desde muy temprano se acostumbró a ser el centro de atención. Alguien que podía sacar fácilmente de quicio a cualquiera y, al mismo tiempo, de lo más vulnerable.

Su fascinación por la música empezó pronto y buena parte de la culpa la tuvo el que era su profesor particular de matemáticas. Este profesor resultó ser el mismísimo Nando Cruz, uno de los periodistas musicales más destacados de nuestro país, con el que Aleix pasó muchas tardes debatiendo y descubriendo música. Su carrera comenzó a despegar a principios de los 90 como compositor, cantante y guitarrista del grupo Peanut Pie, una formación pop tan efímera como relevante dentro del panorama indie catalán que bebía las influencias del entonces en boga sonido Madchester. Un sonido fresco, ágil y muy bailable que supuso la conjunción del pop con la electrónica a través del house, el funk y la psicodelia con bandas como The Stone Roses o Happy Mondays a la cabeza y el club mancuniano The Haçienda como epicentro.

En 1994 Peanut Pie (Aleix, Pedro Bonet, Albert Margelí y Eduardo Hernández) resultan ganadores del concurso de maquetas de la revista Rockdelux cuyo premio es la grabación de un álbum. De su producción se encargan los fundadores del Sónar, Enric Palau y Sergio Caballero, y el resultado es un álbum homónimo que ve la luz un par de años más tarde compuesto por seis canciones – que incluyen su icónica versión al ‘More Than This’ de Roxy Music – más algunas remezclas. Sin embargo, a pesar del eco que se hace la prensa independiente y una irregular serie de conciertos, el disco no tiene el éxito de ventas esperado y la formación se disuelve.

Pero la carrera de Aleix no acaba ahí, al revés. Paralelamente al desarrollo de la banda y al mismo tiempo que él escribe pop y toca la guitarra, comienza su incursión de lleno en la electrónica y le cambia la vida. Frecuentaba clubs como A saco, KGB o La Monumental y sentía fascinación por los primeros disc jockeys de la escena como Amable, César de Melero o Ángel Molina cuando recibe una llamada de su amigo Gabi Ruiz, quien años después fundaría el que ha acabado siendo uno de los festivales más importantes de Europa: Primavera Sound. Gabi le dice que tiene un local y que él va a ser el DJ, no hay otra opción.

Aleix comienza así su andadura en el Nitsa original, ubicado en la plaza Joan Llongueras y reconocido por su pista giratoria, y se convierte en Sideral. Quienes vivieron sus inicios coinciden en que su técnica era muy deficiente cuando empezó a pinchar pero lo compensaba con un derroche de carisma, una gran capacidad para leer la pista y una personalidad y un aspecto magnético. El metro noventa y siete de Sideral, a menudo ataviado con cuernos rojos de demonio, pelucas o todo tipo de atuendos extravagantes, captaba todas las miradas allá donde iba. Como una especie de David Bowie patrio, Sideral brillaba y tenía ese aura inexplicable que solo las grandes estrellas poseen.

Pero si había una etiqueta que le acompañaba siempre esa era “eclecticismo“. En sus sesiones podían sonar Underworld, Cosmic Baby o Laurent Garnier, pero también los Pixies, Ride, Primal Scream o New Order. Aphex Twin convivía con Vainica Doble y Madonna con Daft Punk. Del EBM al pop, del techno de Detroit al drum & bass. Una selección tan arriesgada como excelente que resultó ser parte de su encanto y conquistó y hermanó a todos: a los indie-kids, a los techno heads, a los mods, a los ruteros… Sideral no entendía de géneros, sino de buena música.

Se convirtió en residente y una pieza icónica de la historia de Nitsa desde su debut en septiembre del 94 hasta que se despidió a ritmo del clásico  ‘Music Sounds Better With You’ en el 97. Tal fue el éxito del club que, tras llenarse cada viernes y cada sábado, la sala original se quedó pequeña y en 1996 tuvo que trasladarse a Apolo. Durante esos tres años estuvo acompañado de Raül Pratginestós, más conocido como DJ Zero, otro de los residentes del club que, además, se convirtió en su profesor particular de electrónica por mediación de Gabi Ruiz, quien le pidió que le enseñase a pinchar.

El propio Raül lo describe así:

“No tenía ni idea pero le echaba muchos huevos. Lo que no sabía hacer se lo inventaba. No era muy complicado detectar que tenía algo, especialmente su capacidad para dirigir al público. Tenía tanto morro como carisma”.

Y al igual que otros influyeron a Aleix, él también abrió camino y plantó esa semilla en otros muchos que vinieron después.

“Era el DJ que marcaba la tendencia. Toda la leyenda del Nitsa se debe a Aleix. Gran parte de la cultura, de la sensibilidad que tenía, viajar a Londres, traer marcianadas… ahí es donde empezó la magia. Era el disc jockey que más destacaba” DJ Gus (Guille Vilalba)

“Nunca he vuelto a sentir en una pista lo que Aleix te hacía sentir en la del Nitsa. Era brutal. Aleix te escuchaba, te llevaba de viaje, y cada vez que había riesgo de que te empanaras o te perdieras, te rescataba. Nunca me imaginé que un disc jockey pudiera estar tan conectado a la pista” – DJ Juan B (Juan Berajarano).

Después de esos tres años al frente de la noche electrónica, Sideral vuelve al kilómetro cero y para durante una temporada como consecuencia de los diferentes problemas de salud que comienza a sufrir, fruto del lado más oscuro de la noche, su desorden alimenticio y los distintos problemas psicológicos que le acompañan desde pequeño. Tras varios meses sin pisar una cabina – en los que llegó a pensar que su aventura como DJ había terminado- y con la vista totalmente enfocada en las discotecas tras la disolución de Peanut Pie, Sideral se reinventó y volvió más fuerte que nunca (a nivel musical, claro está).

Comienza entonces a pinchar en el Transmission, un club del sur de Irlanda en el que hará algunos de los mejores sets de su vida, movilizando a gente de Galway y Limmerick que atravesaba la isla solo para verle y, más tarde, afianza su residencia en The Kitchen, el club dublinés de propiedad de Bono de U2. Sideral se convierte así en uno de los primeros pinchadiscos catalanes con proyección internacional.

“A mí en un momento dado, probablemente después de la segunda sesión, traer a Sideral me resultaba igual de rentable que traer a Carl Craig. Nadie movió a los irlandeses como hizo Aleix” – cuenta Paudi Cronin.

En Barcelona era habitual en clubs como el Octopussy, el Salsitas o el Moog y, al crecer su prestigio y fama, con la llegada de los 2000 comenzó su conquista de la capital, empezando por Siroco para después dar el salto a El Nasti (una delegación madrileña del Nitsa en la Sala Maravillas) y el Low Club. Sideral también dejó su impronta en La Real (Oviedo), La House (Castellón) , El Jardín (Gijón), El Soho (Sevilla), Octopus (Pontevedra), Bataplán, Etxekalte (Donosti) y El Zulo (Lasarte).

Dos de las salas más emblemáticas de nuestro país se convirtieron en algunos de sus destinos favoritos. Una de ellas fue Industrial Copera en Granada, ciudad en la que Aleix solía quedar con los miembros del grupo Los Planetas, con los que entabló una gran amistad y años después de su muerte le dedicaron su canción ‘Tendrá Que Haber Un Camino’. Y la otra fue, cómo no, la considerada Catedral del Techno: Florida 135. Vergés estrechó lazos con los Arnau y se convirtió en toda una leyenda de Monegros, entonces conocido como Groove Parade. Son muchos los que a día de hoy aún recuerdan aquella sesión de una mañana de junio de 2002 bajo el sol abrasador del desierto que Sideral resolvió a dos platos y con una mano por tener el brazo derecho escayolado como una de las mejores de la historia del festival.

Pinchó también en casi todas las ediciones del Sónar, en el Festival Internacional de Benicassim (FIB) y compartió cabina con algunos de los DJs más conocidos del mundo como Luke Slater, Juan Atkins, Jeff Mills, Laurent Garnier, Carl Craig, Simon Lee, Joey Beltram o Dave Clarke, entre otros muchos. En 2001 editó su primer disco como Sideral ‘Darkhouz & Popotronic’, uno de los CD-mix más excitantes realizados en España vivamente influido por sus admirados maestros como Danny Tenaglia y John Digweed.

Tras el buen funcionamiento del disco, graba un corte que aparece en el recopilatorio ‘Disco 2000: una recopilación dance de aquí’ y dos maxis para Plus Recordings: ‘Keeper 21’ y ‘If You See Kate’, un rompepistas fulminante en el que Aleix samplea su voz de manera robótica haciendo un juego de palabras con la palabra inglesa “FUCK” que se convirtió en un himno en Florida 135 y que fue creciendo paulatinamente a medida que crecían sus fans por todos los rincones de la geografía española. Todo esto, unido a las 80 cintas de cassette bautizadas como Volúmenes Siderales‘ que grababa compulsivamente y fueron pasando de mano a mano por muchos de sus amigos.

En 2003 repitió con un nuevo disco como mezclador, esta vez mucho más oscuro, bajo el nombre de ‘Schizotronic & Techno’.  Lo estrenó en su propio label Hit Kune Do, un homenaje a la filosofía marcial Jeet Kune Do de Bruce Lee, uno de sus ídolos de la infancia. El Jeet Kune Do renunciaba a la rigidez de las escuelas orientales, defendiendo la ausencia de estilo como forma de combate – de modo que acepta todos los estilos – y asumiendo lo que venga, adaptándose sin parpadear. Justamente como Aleix. Como Sideral.

También produjo cuatro remezclas para la banda catalana Sidonie, que quedaron recogidas en ‘The Vicious EP’ y se encargaba de preparar su tercer disco de mezclas ‘Poptronic 03. El problema.’y ‘Canciones Siderales’, un disco acústico que supondría su debut como solista bajo el alias de Leire, cuando ocurrió lo que nadie quiso pensar que llegaría a suceder, a pesar de que en sus últimos tiempos sus caídas de los carteles de festivales por motivos de salud no presagiaban nada bueno.

El 19 de mayo de 2006, con tan solo 32 años y un horizonte de lo más prometedor, la estrella de Sideral se apagó y Barcelona y toda la escena club española recibió conmocionada la trágica noticia de la pérdida de alguien que desde ese día se convirtió en todo un mito de la música electrónica en nuestro país. La historia de Sideral es la historia de Nitsa y del clubbing en Barcelona. A medida que Sideral evolucionaba, la escena de Barcelona lo hacía también, pasando en cuestión de pocos años de ser una ciudad en la que apenas había 10 selectores, a convertirse en uno de los focos internacionales de la música electrónica, viviendo la génesis de dos de sus festivales referentes: Primavera Sound y Sónar.

Para resumir lo que fue Sideral nos quedamos con las palabras que su íntimo amigo Héctor Castells recoge en el libro ‘Sideral. Estrella Fugada’, del que están sacadas todas las referencias que aparecen en este artículo:

“Aleix Vergés era la música y fue un pionero. Una esponja indiscriminada. Constante. Devoraba todo tipo de sonidos, y su curiosidad era infinita. Su altura y su delgadez, su insultante belleza y su irresistible magnetismo, convivieron con una personalidad quebradiza, sensible e insaciable. Aleix estaba convencido de no poder amar, de ser venenoso y de que la muerte se lo llevaría temprano. Vivió a degüello, escribió, pintó, fotografío y se bebió y rayó la vida como si siempre faltara un segundo para el final, un desenlace temprano como sus vaticinios que se consumó una noche de 2006.”

Cris Pascual
Escucho música desde que tengo uso de razón y me lo bailo (casi) todo. En ocasiones veo BPMs.