Basilar Festival abrió las puertas de su cuarta edición con una clara declaración de intenciones: la apuesta por una identidad sonora que no se limita al techno, sino que se expande hacia territorios más amplios y arriesgados

Desde que se publicó el cartel de este año, quedó claro que el festival no iba a ser solo una pista de baile al ritmo del 4×4. También iba a ser una invitación a abrir los oídos y la mente a nuevas formas de entender la electrónica. Sonidos frescos, atmósferas inesperadas y artistas dispuestos a romper con el techno más clásico hicieron que Basilar se sintiera aún más mágico de lo habitual.


El pasado jueves 11 de septiembre, pusimos rumbo a Barragem da Queimadela para disfrutar de la cuarta edición del Basilar. El trayecto fue largo, y durante el camino atravesamos zonas gravemente afectadas por los incendios de este año, un paisaje desolador que nos dejó un malestar difícil de ignorar. A medida que nos adentrábamos en Portugal, las montañas comenzaron a rodearnos, y finalmente llegamos a Fafe de noche. Lloviznaba ligeramente, aunque la temperatura era suave. El lugar hablaba por sí solo: escondido entre montañas, nos esperaba el Basilar. Una vez allí, dejamos nuestras cosas y, sorprendentemente, sobre las 21:30h no encontramos apenas cola para las acreditaciones.

En mi caso, me alojé en el camping, un espacio bien acondicionado, rodeado de zonas verdes y a solo diez minutos a pie del festival. Camping, glamping, caravanas y furgonetas compartían un mismo recinto controlado mediante pulseras y personal de seguridad. Al salir, había una zona de comida y bebida con mesas, sillas y toldos que facilitaban el día a día. Las duchas gratuitas, frías e individuales, se complementaban con una opción de pago que ofrecía agua caliente y acceso a electricidad, un detalle poco común en otros festivales.

A nivel logístico, todo estaba diseñado para ofrecer una experiencia cómoda y fluida. Para quienes se alojaron en casas de pueblos cercanos, la organización acertó al ofrecer descuentos en los trayectos con Bolt, lo que sin duda facilitó sus desplazamientos.

Respecto a la localización del festival solo podemos definirla con una palabra: mágica. El festival se celebra en plena naturaleza, rodeado de bosque. Ya desde la entrada uno percibe esa energía especial de la que tanto hablan. Unas grandes escaleras descienden hacia un lago hermoso, rodeado de montañas y desde allí abajo, el camino asciende de nuevo hacia la derecha, donde se levanta el escenario principal, enmarcado por la vegetación.

La entrada al lago tenía algunos juegos de luces y estrobos que resultaban un poco mareantes. Entre los árboles colgaban fotografías de ediciones anteriores, lo que daba un aire nostálgico al paseo inicial. Y dentro del lago había una estructura que parecía una puerta/ventana, que solamente la vi iluminada la última noche mientras lloviznaba con un láser rojo que atravesaba todo el lago.

Al llegar al festival, nos encontramos con un escenario de diseño minimalista y elegante. Aunque no resultaba especialmente llamativo, su composición visual era coherente y encajaba bien en el entorno. Lo único que rompía un poco con la estética natural era una grúa utilizada para los efectos de iluminación.

Dentro del recinto había una fuente de agua gratuita que todo el mundo aprovechaba, ya que estaba prohibido entrar con bebidas o comida del exterior. La oferta gastronómica se concentraba en los food trucks, desde pizzas, hamburguesas…Aunque notamos a faltar opciones más variadas para quienes siguen una dieta vegana.

La zona de barras contaba con asientos de cemento, no muy cómodos, que favorecían las conversaciones y el poder descansar un rato. Como novedad de este año, el festival incorporó un escenario ambient, ubicado junto al lago, un espacio muy bien planteado y perfecto para relajarse y dejarse envolver por el paisaje. Este escenario solo funcionaba cuando la música terminaba en el escenario principal. Su horario solía ser desde que terminaba la ultima sesión hasta que empezaba la primera sesión del día siguiente.

La iluminación del festival fue de gran calidad. Además de los focos distribuidos estratégicamente por el bosque, en la pista de baile colgaban lámparas a lo largo de todo el recorrido que, en ciertos momentos de la noche, generaban una atmósfera muy similar a la de un club cerrado. El diseño lumínico fue mejorando en cuanto a tonalidades con el paso de los días y es cierto que se adaptaba a cada set, contribuyendo a crear una ambientación muy especial en pleno entorno natural.


El primer día del festival comenzó puntualmente con Rita Maomenos. Sin embargo, debido a nuestra hora de llegada y a toda la gestión del camping, llegamos justos para el final de Amulador. Nada más llegar a la pista, algo que nos llamó la atención fue el sonido, para nosotros no estaba a la altura de lo que se espera en un festival de este nivel. Al escuchar el cierre del set de Amulador, personalmente, noté una saturación evidente y un volumen algo bajo para mi gusto. Algo no estaba funcionando del todo bien con el sistema de sonido.

Tras Amulador, fue el turno del live de Rosati, que destacó especialmente por sus ritmos rotos y transiciones muy bien construidas entre temas. Fue un directo sólido. A continuación llegó la esperada Lady Machine, quien consiguió dar un giro completo a la pista con un set a vinilo que comenzó con melodías íntimas y delicadas, para luego soltarse en un techno más potente y bailable. Logró generar una atmósfera de pura energía, y fue uno de los momentos más vibrantes de la noche.

El cierre de la jornada corrió a cargo de DVS1, con una propuesta de techno clásico, marcado por un sólido 4×4 que conectó muy bien con el público. Su set destacó por una notable mejora en el sonido. A nivel personal, no me entusiasmó especialmente, aunque reconozco que fue un set bien ejecutado. Lo que sí me resultó excesivo fue la duración del cierre, llegándose a sentir como algo interminable.

El viernes arrancó con dos horas de retraso y abrió la noche Catarina Silva con un set elegante y minimal, sin embargo empezó muy pronto a fallar el sonido con petardeos, algo que el jueves no había ocurrido. Independientemente de esto, Catarina consiguió crear una atmósfera sutil para iniciar la jornada.

Luego tomó el relevo Olivia Mendez, arrancando con un sonido más oscuro y una progresión hipnótica pinchada en vinilo, sonaron temas como ‘Unsociable Hours’ de Bailey Ibbs. Fue durante su sesión cuando los fallos técnicos se hicieron más evidentes: los petardeos eran constantes y muy molestos, hasta el punto de tener que parar unos minutos para intentar dar con una solución, aunque no llegaron a resolverlo. Aun así, el público la apoyó con energía, resistiendo junto a ella una sesión complicada pero llena de carácter, cerrando con un techno divertido y vibrante que encendió la pista y recibiendo una gran ovación por parte del público pese a las dificultades, porque independientemente de esto, su repertorio musical fue muy bueno.

El set de Setaoc Mass nos pareció plano y monótono. Después llegó el B2B de Julen P. & Max Watts en formato live, que tardó en arrancar mientras preparaban el equipo e intentaban resolver los problemas de sonido. Una vez empezó, lo más impactante no fue la música, caracterizada por con ritmos más lentos a lo anterior y envolventes, sino el espectacular juego de luces: una puesta en escena muy cuidada que marcó un salto de calidad en el festival, donde por momentos, este juego de luces transformaban el entorno natural en un club cerrado.

Sin embargo, los problemas técnicos volvieron a escena: petardeos, ruidos y saturación obligaron a detener de nuevo la sesión. El mal sonido frustró al público, que empezó a dispersarse o mirar al escenario con preocupación, esperando una solución.

Lo peor llegó con el set individual de Max Watts, uno de los nombres fuertes del cartel. Su propuesta fue un techno clásico con toques futuristas, vibes de Detroit y pinceladas melódicas electrosas que se podían intuir… Sin lugar a dudas, su sesión quedó totalmente arruinada por un sonido caótico, sin claridad ni dirección. La pista respondió con silbidos y abucheos, en un ambiente de desconcierto total. Fue el momento más crítico de la noche y el que más evidenció la falta de comunicación por parte de la organización.

Nadie entendía qué pasaba. ¿Era mejor cortar? ¿Mover los sets al escenario de ambient? ¿Cómo podía seguir sonando así? ¿Por qué el DJ continuaba pinchando? Preguntas difíciles de responder en una situación tan compleja.Fue un punto de inflexión: o te ibas, o te adaptabas. Yo me quedé. Y gracias a eso, acabamos viviendo uno de los momentos más especiales del Basilar.

El amanecer vino con Deniro & Stranger con un techno más melódico, emocional y lleno de energía. El sonido mejoró notablemente, los petardeos se redujeron y, pese a algún fallo, su set tuvo el mejor cierre hasta entonces con el tema de ‘909TC‘ de Malin Génie, dejando un ambiente muy bueno y dando paso a Montero.

No tenemos palabras para describir lo que fue Montero. Fue simplemente épico. Nos regaló uno de los momentos más especiales de Basilar. Lo que ocurrió junto al lago, en ese rincón tan idílico a esas horas de la mañana, fue pura magia. Nos emociona saber que en futuras ediciones se seguirá apostando por darle vida a ese espacio. Ese lago lo merece.

La sesión de Montero fue de 10, probablemente la mejor de esta edición. Su narrativa sonora fue impecable, navegando con soltura entre el electro, house, techno y dub techno. El ambiente se sostenía por sí solo. Para quienes tenemos un amplio abanico cultural musical, Montero nos llevo por donde quiso, desde clásicos como ‘Blackwater‘ de Octave One o ‘Sea Snake‘ de Drexciya, de verdad, que fue un auténtico regalo. A mí, personalmente, me voló la cabeza. También, sonaron joyas como ‘I Wanna B House‘ de Mike Dunn o ‘When the Sun Goes Down‘ de Anthony Rother.


Mientras tanto, el equipo técnico trabajaba intensamente en el otro escenario para solucionar los problemas de sonido, aprovechando el set de Montero para ganar tiempo. Su sesión se extendió de más, pero lo justo para que quienes estábamos allí pudiéramos disfrutar al máximo y, al mismo tiempo, nos diera tiempo de recargar energía para lo que quedaba del festival.

A pesar de los problemas de sonido que marcaron la jornada del viernes del festival, la decisión de trasladar la última sesión del día al lago, con un soundsystem improvisado, fue lo que nos devolvió la ilusión. Esa propuesta espontánea encendió el ánimo de todos.

Tras la intensa jornada del viernes, la incertidumbre sobre lo que ocurriría en los días más fuertes del festival era palpable. Había nervios, pero también confianza en que la organización encontraría soluciones, y, de hecho, comenzaron a actuar desde la misma mañana del sábado.

Lo que sí generó malestar fue la falta de comunicación oficial por parte del festival. Durante todo el viernes y buena parte del sábado, no hubo información acerca de lo ocurrido. No fue hasta aproximadamente las 15:00 del sábado que publicaron una storie en Instagram, en el que no detallaban el problema ni explicaban la situación, simplemente decían que estaban trabajando en una solución.

Tras un par de horas de espera, la organización comunicó a través de un post en Instagram que habían solucionado el problema de sonido, aunque no ofrecieron mayores explicaciones. Finalmente, la jornada del sábado arrancó con una hora y media de retraso, y el festival compartió una nueva programación con los horarios actualizados.

A pesar del comienzo tardío y la lluvia, el ambiente tenía una energía especial. Apenas llegamos al escenario, fue evidente: el sonido era impecable. La calidad sonora característica de VOID Audio envolvía tanto al público como a quienes estaban detrás de la organización. Se respiraban ganas de bailar, de entregarse por completo y de reconectar con la esencia del festival.


La apertura del sábado estuvo a cargo del live de Hardware, con seis personas en escena, solo una de ellas, mujer. Fue un directo potente y emotivo, una forma increíble de arrancar la jornada. Su propuesta de techno destacó no solo por la calidad del sonido, sino también por la presencia imponente de maquinaria en la mesa y la elegancia con la que ejecutaron cada parte del set. Un live cuidado, ordenado y lleno de fuerza.

A continuación llegó RUUAR, que inició con un enfoque más ambient y fue construyendo progresivamente hacia el techno. Luego tuvo lugar el live de VHS, que no pudimos ver, retomando la jornada con uno de los grandes momentos de este Basilar: Cravo & Enko, cuyo set combinó techno melódico y trance con una energía muy disfrutable y bailable. Uno de los momentos más memorables fue cuando sonó ‘Whistle Maniac‘ de Rover Ranger. Sin duda, una de las actuaciones más destacadas de esta edición.

El siguiente turno fue para uno de los artistas que más esperaba: Sunil Sharpe. Armado con vinilos, nos ofreció un recorrido sonoro impecable, caracterizado por un estilo crudo e industrial que mantuvo la pista vibrando de principio a fin. Sonaron temas como ‘Look and See‘ de DJ Rush, ‘7th Question‘ de Marco Carola o ‘Keepsakes‘ de Snacks At Waco, todos perfectamente hilados dentro de una atmósfera envolvente y profundamente bailable. Sharpe construyó una sesión intensa, con momentos de pura energía, convirtiéndose en una de las mejores sesiones de esta cuarta edición del Basilar y con un cierro de electro muy bonito ‘Peschi’ de Reload.


Después del potente set de Sunil Sharpe, comenzaba la frescura del día. El ambiente estaba cubierto por una niebla ligera que, combinada con la luz del día, creaba un paisaje visual alucinante. Fue entonces cuando aparecieron en escena Anika Kunst & Tasha, marcando un cambio de energía palpable en el ambiente.

Su set trajo una atmósfera diferente, más melódica con ritmos más lentos. Apostaron por sonidos cercanos al dub techno, con toques minimal, grooveros e incluso ciertos guiños house. Un enfoque más introspectivo y fluido, que contrastaba con la contundencia anterior. Aunque por momentos el set nos pareció algo lineal, tuvo momentos muy buenos. Sonaron tracks como ‘Wisdom to the Wise‘ de Dave Clarke y ‘Run U.K‘ de DJ Funk, este último tema sonó en varias ocasiones.

Y llegó uno de los momentos que, personalmente para mí, fue de lo mejor del Basilar: el italiano Alarico, presentando Kenji Hina. Comenzó con un enfoque más garage, ritmos delicados y sonidos burbujeantes que creaban una atmósfera hipnótica. Poco a poco, fue soltando breaks, y de ahí dio paso a un house groovero que simplemente fue increíble. Entre los temas que sonaron, destacaron ‘From The Top‘ de Highrise y ‘What’s A Girl To Do‘ (Fatima Yamaha) de Luvstruck.

Sin duda, fue una auténtica locura musical. Uno de los sets que más he disfrutado en todo el festival. Fue salvaje, desenfadado y me dejó sin palabras… y con la pelvis destrozada. Además, todo sucedió bajo la luz del sol filtrándose entre las ramas de los árboles, creando una escena casi mágica. Ese entorno natural, sumado al viaje musical, lo convirtió en un momento épico.

Después fue el turno de la aclamada Ogazón, que comenzó con un dub y ambient más pausado y suave, construyendo poco a poco una atmósfera envolvente y sofisticada. Al principio, el contraste con la intensidad del set anterior de Alarico se sintió, pero no importó: Ogazón supo transformar esa calma inicial en algo completamente hipnótico.

Para mí, ella representó la elegancia absoluta del Basilar. Su selección fue exquisita, con temas como ‘Cultural Variance‘ de DJ Bone o ‘Fuzzy Dunlop‘ de Frits Wentik & Malin Génie, que marcaron momentos clave del viaje sonoro. Su set fue una auténtica delicia: partiendo del dub y llegando al techno con una naturalidad impresionante, incluso con toques de jazz que nos volaron la cabeza. La fusión entre su música y el entorno natural lo convirtió en un momento mágico e irrepetible.

El live de Fadi Mohem, presentando su proyecto Fours Lovers, me pareció un bajón, sobre todo en comparación con la intensidad y variedad de los sets anteriores. A mi gusto, fue demasiado lineal y monótono, sin grandes giros ni momentos destacables.

Tras él, llegó uno de los proyectos más novedosos de esta edición del Basilar: Backtotheparty, de Steve Bicknell. Era el momento del house, algo que no todos recibieron con entusiasmo. Algunos puretas, fieles al 4×4, mostraron cierto descontento. ¡Viva el house, y viva el set que nos ofrecio Bicknell!.

Comenzó con un sonido algo monótono y repetitivo, en la línea de Fadi Mohem, lo que inicialmente no parecía anunciar nada demasiado prometedor. Pero aquellos que conocíamos el proyecto sabíamos que iba a llegar el house antes o después, y aproximadamente a la media hora de su inicio, todo cambió: el house entró con fuerza y la pista se llenó de energía y baile. Aunque su set a veces se caracterizó por ciertos bucles repetitivos, el momento encajó perfectamente con la hora del día y creó una atmósfera muy especial. Sonaron joyas como ‘I Want You‘ de Ralphi Rosario, un clásico para los amantes del género, ‘No way back’ de Adonis y el cierre fue sencillamente perfecto, ‘Stars‘ de Mr. Fingers.

El cierre estuvo a cargo de Ron Albrecht & XDB con un techno contundente y una iluminación increíble. Las luces fueron una locura visual y se llego a crear en muchos momentos esa ilusión de estar en un club cerrado. Durante el set sonaron clásicos que encajaron de manera impecable como ‘La Rock 01′ de Vitalic ,‘The Bells’ de Jeff Mills, y el final fue simplemente épico. Eligieron un tema muy apropiado para la ocasión: ‘Blue Monday’ de New Order, que resonó con una fuerza simbólica al ser ya lunes. Me pareció un cierre de una profesionalidad absoluta, a la altura de este festival.


Por ir terminando ya, me gustaría volver al problema del sonido y destacar el fallo por parte de la organización a la hora de no comunicarse. No puedes dejar a la gente sin información durante una jornada y media entera. Ahí, sinceramente, fallaron. Es cierto, que pasado el festival han compartido un comunicado por Instagram explicando las dificultades técnicas para detectar el origen del problema de sonido en directo, y es comprensible la dificultad de resolver:

«The decision to postpone the statement was made because our full focus was on making sure the Saturday and Sunday marathon could run smoothly. After more than ten hours of work, we achieved that goal.

The issue we faced wasn’t with the sound system itself but with electricity. A power surge caused one amplifier to overload, generating an unwanted signal that mixed with the booth output and was then sent to the speakers.

This wasn’t easy to detect, especially since everything tested fine on Friday. With the festival underway and artists performing, it became much harder to carry out the kind of testing needed to isolate the fault, even though we changed several pieces of equipment. Stopping entirely would have taken hours to resolve, so we made the call to continue while working to stabilise the system.»

«La decisión de posponer la declaración se tomó porque nuestro enfoque completo era asegurarnos de que el maratón del sábado y el domingo funcionara sin problemas. Después de más de diez horas de trabajo logramos ese objetivo.

El problema al que nos enfrentamos no fue con el sistema de sonido en sí, sino con la electricidad. Una subida de tensión causó que un amplificador se sobrecargara, generando una señal no deseada que se mezclaba con la salida de la cabina y luego se envió a los altavoces.

Esto no fue fácil de detectar, especialmente porque todo salió bien el viernes. Con el festival en marcha y los artistas actuando, se hizo mucho más difícil realizar el tipo de pruebas necesarias para aislar la falla, a pesar de que hemos cambiado varias piezas de equipo. Pararse completamente habría llevado horas resolverlo, así que hicimos el llamado para continuar mientras trabajamos para estabilizar el sistema.«

Dicho esto, más allá de los inconvenientes que hubieron, la experiencia del Basilar me parece increíble y única. Es algo que hay que vivir en primera persona para comprender todo lo que significa. Sin duda, la volvería a disfrutarla.

Ojalá sigan apostando por esos nuevos sonidos, como lo han hecho este año. La calidad musical que hemos podido disfrutar durante estos cuatro días ha sido altísima, y la diversidad de géneros, respaldada por una curaduría musical sólida y coherente, no solo enriquece la experiencia, sino que demuestra cómo la variedad bien pensada puede elevar cualquier propuesta artística.

Obrigado Basilar.