Charlamos en profundidad con el DJ y productor español sobre su revolución como artista, sus nuevos proyectos y su visión de la escena musical actual

Hoy tenemos con nosotros a Marc Maya, reconocido DJ y productor de nuestro país, quien nos contará su trayectoria y evolución en el ámbito de la música electrónica. En esta entrevista, Marc nos explica sus inicios, los momentos que le han marcado y sus profundas reflexiones sobre la evolución de la escena. Además, nos habla de su cambio musical en estos últimos años a través de su nuevo proyecto, y comparte su visión sobre la importancia de mantener una esencia underground en un mundo cada vez más comercial. También abordamos su implicación en festivales tan emblemáticos como Monegros y Own Spirit.

Wololo Sound: ¿Podrías hacernos un breve resumen de cómo ha sido toda la trayectoria de tu carrera? ¿Qué etapas has vivido como artista y qué has podido experimentar hasta el día de hoy?

Marc Maya:
Bueno, a ver. La música siempre me ha gustado. Siempre he sabido que quería dedicarme a ella. Lo que pasa es que, al principio, durante mis primeros años —cuando empecé a ser adolescente— me vinculé más al tatuaje y a la modificación corporal. Luego, con 23 años, decidí centrarme en la música y me mudé de Madrid a Barcelona.

Allí me apunté a Microfusa para estudiar un curso de producción con Mario. Después, me di cuenta de que era muy complicado crecer como artista por uno mismo, simplemente pinchando en las fiestas de otras personas. Además, nos pagaban una ridiculez: me acuerdo de ir a pinchar por una camiseta y 20 euros, o por cuatro copas y otra camiseta.

Me di cuenta de que necesitaba montar mis propios eventos. Ahí nació Breakstorm, con Fran y con Sara, y estuvimos nueve años haciendo drum and bass y hard techno en Barcelona, todos los jueves. Nuestro público era muy underground y nos echaban de los clubs cada cinco o seis meses. Estuvimos en Santa Locura, en El Lobo, en Input, en la Calle México… nos recorrimos toda Barcelona.

En esa etapa, cuando ya estábamos trabajando con drum and bass y techno, llegó el boom del Schranz. Nos adaptamos, y yo también cambié un poco mi estilo musical. Fue entonces cuando empezaron a venir gente como Juan Arnau y Cruz Arnau a nuestro garito, y esa relación a nivel profesional nos llevó posteriormente a colaborar con Elrow, y también con Florida.

WS: Nos gustaría conocer más sobre tu nuevo aka IAMAI, pero también sobre el camino que te llevó hasta él. ¿Qué fue aquello que te impulsó a la creación del proyecto? ¿Qué es lo que más te ilusiona de esta nueva dirección y cómo te sientes a nivel personal con este cambio?

MM:
Hace unos cinco o seis años, me di cuenta de que estaba trabajando por dinero, no por amor o pasión. Decidí empezar a hacer cosas más fieles a mi alma, a mis gustos personales, sin pensar en la repercusión económica. Empecé a mezclarme con la escena de Sudáfrica, con Our Minds y el Modem de Sudáfrica… Y de ahí salió lo de Own Spirit, con Fran y con el equipo.

Es un movimiento que, por cómo me siento ahora en mi vida, me llena muchísimo. Me satisface ver a la gente bailar, crear cosas de arte y tecnología junto con Fran y con Julio, y decidir juntos qué vamos a hacer. Y luego, cuando todo se plasma y coge forma, el sentimiento es prácticamente indescriptible.

WS: ¿Dirías que este nuevo proyecto te ha hecho volver a sentirte más vivo como artista?

MM:
100%. Estoy como un niño pequeño. La frase que uso a veces para describirlo es: “no cuento las horas que invierto en esto”. Para otras cosas que me importan menos me cuesta dedicar tiempo, por ejemplo, sacar un buen set de tech house. Quizás estoy más cómodo y seguro en ese ámbito, e investigo menos. Pero con el psytrance, me siento como con el techno o el tech house de hace 15 años; tengo esa hambre de investigación, de coger la libreta y el boli para anotar productores y sellos nuevos, y destriparlo todo. Esto me da vida, literalmente.

WS: ¿Cuándo comenzaste a introducirte en la cultura psicodélica y qué fue lo que más te removió por dentro? ¿Hubo algún evento o experiencia clave que te hizo conectar profundamente con este género y decidir que querías formar parte de él?

MM:
Bueno, como te decía antes, siempre me ha gustado el psytrance y ha estado presente en mi vida desde hace mucho tiempo. Pero sí es verdad que, por ejemplo, las primeras veces que escuché psytrance en un entorno real no fueron en casa ni escuchándolo solo, sino en eventos.

Me acuerdo especialmente de cuando lo escuché por primera vez en las raves organizadas por Tasmania o Muscaria, hace unos 25 años, más o menos. Eran de los primeros colectivos que organizaban raves aquí en España, cuando el movimiento rave empezaba a nacer. Ahí estaban nombres míticos como Víctimas del Techno, Tasmania, The Storm, Muscaria… Fiestas que mezclaban techno con una vertiente más trance y psicodélica. Era un sonido más crudo, más puro. Doña Tecla, Manu… tocaban techno-trance, ese techno antiguo con toques ácidos y galácticos.

Era un movimiento muy auténtico. Pero, lo siento, si a alguien le molesta lo que voy a decir —”me da igual, sinceramente”—, luego todo ese movimiento raver cambió. Entró la ketamina en la escena, y con ello también una energía que no me gustaba. Todo se volvió más oscuro, con esa actitud de “mira qué colocado voy, mira qué Puki soy”. La vibra se perdió. Que la gente consuma estupefacientes me da igual, cada uno con lo suyo, pero cambió la esencia, la actitud, el espíritu. Se volvió más “Dark”, más cerrado.

En cambio, cuando viajábamos al extranjero —por ejemplo a Tailandia o a Sudáfrica, en fiestas como al Origin o Full Moon—, allí sí notábamos la buena energía, esa vibra real que te atrapa.

Un festival que me marcó muchísimo fue el Boom Festival en 2006. La primera vez que fui ni siquiera sabía que existía. Estábamos de vacaciones con Julio y otro colega. Me recogieron en Madrid y teníamos un plan de roadtrip: bajar por Portugal, recorrer el Algarve, luego pasar por el sur de España y volver a Barcelona.

Íbamos simplemente a desconectar, a comer buen pescadito… y de repente me llama mi novia de aquel entonces y me dice: “¿Vas al Boom? ¡Si estáis al lado!”. Y yo le pregunto: “¿Boom? ¿Qué es eso?”. Nos pusimos a investigar un poco, vimos que era un festival de psytrance brutal y tiramos para allá sin pensarlo.

Cuando llegamos, flipamos: 14.000 personas reunidas alrededor de un lago. No sabíamos ni lo que era aquello. Me acuerdo perfectamente de bajarme del coche, mirar a mi alrededor y decir: “¿Dónde estamos?”. Fue como entrar en otro universo. Ahí fue uno de esos momentos que te marcan y te dicen: “vale, esto sí que es lo mío”.

WS: El año pasado, en Monegros, vimos por primera vez “La Pineda”, un escenario dedicado al psytrance en el que fuiste parte clave en su creación junto a un gran equipo. Cuéntanos, ¿cómo fue el proceso de dar vida a este espacio dentro de un festival tan emblemático? ¿Qué retos enfrentasteis y cómo fue la respuesta del público?

MM:
Bueno, todo esto viene por Juan —el dueño de Monegros y de ElRow—. Tenemos mucha confianza. Un día, él y parte del equipo vinieron de fiesta al Own Spirit. Llevamos años viajando por el mundo buscando este tipo de festivales, y para ellos fue una sorpresa muy grata encontrar un público tan internacional y, sobre todo, tan bonito. Gente luminosa, con una energía muy distinta a la que se ve en otros contextos. No era un público oscuro, era gente de luz.

Ahí fue cuando a Juan le hizo clic algo. Me escribió al poco tiempo y nos reunimos con él, Fran y yo. Nos contó su idea de montar un stage de psytrance en Monegros, y a partir de ahí empezamos a trabajar para llevarla a cabo de la mejor manera posible. Claro, siendo Monegros, la presión era muy alta.

El proceso de creación empezó seleccionando a un artista visual que nos gusta mucho a Fran y a mí: Daniel Hasnot, que trabaja con el festival Modem y otros grandes eventos. Él fue quien diseñó el escenario. A partir de ahí, el proceso fue complicado, la verdad.

Voy a ser muy sincero: Monegros está a un nivel de ingeniería, arquitectura y exigencias técnicas muy elevado. Ponernos a ese nivel fue todo un proceso de aprendizaje para nosotros. Pero, sinceramente, doy gracias por haberlo pasado, porque aprendí muchísimo en esos seis meses.

Fue un desafío, especialmente a nivel de ingeniería. Había que tener en cuenta resistencias de materiales, cómo encajaba todo, cómo se montaba y cómo se movía. Nosotros estábamos un poco más verdes en ese terreno, aunque contábamos con el mismo ingeniero técnico habitual. Aun así, era un mundo distinto.

WS: ¿Y cómo fue la respuesta del público?

MM:
Muy buena, la verdad. La gente lo recibió con muchísima energía. La zona también ayudaba: tenía sombra, árboles… era un espacio que se adaptaba muy bien a la esencia del psytrance. Nos sorprendió, sobre todo, la energía de las primeras horas, que era potentísima.

Luego, claro, Monegros es un festival físicamente muy intenso, y la gente se va cansando. Además, esa zona se transformó en un espacio más tranquilo, de descanso. A partir de las 3 o 4 de la mañana, la gente empezó a relajarse un poco. La pista seguía llena, pero los alrededores adoptaban otro ritmo, más calmado.

WS: ¿Planeáis mantener esa energía o queréis transformarla hacia algo diferente para el público?

MM:
Va a cambiar un poco, porque ahora lo que era el main stage… perdona, el main stage antiguo, el open air de Monegros —que el año pasado estaba, si no me equivoco, con Blackworks—, se va a transformar. Toda esa zona se convertirá en un espacio chill out, quedando en medio de todo el festival, mientras que la zona de “La Pineda” se convertirá nuevamente en un dancefloor para que la gente disfrute de la experiencia. Así que, sí, este año habrá cambios, y creo que serán para mejor. Queremos que el escenario respire aún más esa energía que transmitimos a través del psytrance, del diseño, de los artistas, de los visuales y de todo el esfuerzo que dedicamos. Y esperamos que la gente lo reciba igual o incluso mejor que el año pasado.

MM:
A ver, esto es idea de Juan Arnau y Cruz Arnau , que es un tipo muy abierto de mente y le encanta el psytrance. Como viajamos a este tipo de festivales para pasarlo bien y empaparnos de otras culturas, él también quiere traer esa experiencia a Monegros. Siempre hablamos de qué artistas pueden funcionar en qué escenarios, y esta vez surgió la propuesta de meter psytrance en La Catedral.

Me parece brutal. Es increíble que se apueste por poner un artista de psytrance en un escenario típicamente de techno. Es una forma de abrir el estilo musical y de enseñarle a la gente otras cosas que quizá no conoce… y, quién sabe, puede que les encante. Y si no les gusta, tampoco pasa nada: son solo dos horas de set. Si estás allí y no conectas, siempre puedes moverte a otro de los otros diez escenarios. No es ningún drama. Pero estoy seguro de que muchos se llevarán una sorpresa muy positiva con el set de Tristan.

WS: También estás participando en el Own Spirit Festival, reconocido como el mejor festival de psytrance de España. Cuéntanos, ¿qué tiene que lo hace tan único y qué atrae a tantas personas de todo el mundo? ¿Qué nuevos retos tenéis junto al festival?

MM:
Own Spirit es muy especial porque, aunque estemos en Huesca, cuando estás allí sientes que estás en otro planeta, rodeado de gente de todo el mundo. No es simplemente un festival, es una experiencia, como unas vacaciones para conectar contigo mismo y con tus amigos. Ya no tienes tanto tiempo libre como antes, y eso es cuando reconectas.

El lugar es espectacular: el lago, el color del agua… La gente que ve las fotos piensa que hay un filtro, pero “el filtro son tus ojos”. Es un sitio muy especial, separado de la civilización. No es fácil llegar, y eso me encanta. No se trata de un plan improvisado, es algo que se espera desde hace cinco meses, acumulando una energía increíble.

Además, no somos solo músicos; tenemos un gran “healing area” dedicado a la sanación, terapias, charlas de concienciación sobre la naturaleza, la espiritualidad y el ser humano. Como equipo, intentamos ser mejores personas y transmitir eso. Como dijo un amigo: “Que la gente venga, se cargue de amor y se lo lleve de vuelta a su casa o a su país para repartir lo aprendido.”

WS: Este año es el décimo aniversario de Own Spirit. ¿Te estás encargando también de la parte del escenario alternativo?

MM:
Own Spirit siempre tiene sorpresas, no solo porque sea el décimo aniversario. Sí, es verdad que tenemos un par de cosas especiales, pero prefiero no decirlas todavía (¡tú ya las sabes, cabroncete!). Estamos viendo si salen, pero sí: nos estamos encargando de todo lo relacionado con el escenario alternativo, y va a estar muy potente.

Además, estamos trabajando con muchísima energía en el concepto, el diseño, las visuales y la propuesta artística… y lo que venga será una sorpresa para todos. Una cosa está clara: lo que estamos construyendo este año va a marcar un antes y un después.

WS: ¿Cómo ves la evolución del psytrance dentro de la escena electrónica en España y Europa? ¿Crees que la cultura psicodélica sigue siendo underground o se está mezclando con el mainstream?

MM:
Esta pregunta tiene una respuesta bastante clara: se está mezclando, y se está mezclando mucho, de hecho. Hay artistas que ya han decidido qué camino tomar. Por ejemplo, casos como Vini Vici o Neelix, que venían del psytrance más underground, pero han adaptado su sonido hacia un estilo más comercial —con ese “rolling bass” y cantaditas de pop o house— para poder entrar en otros festivales, cobrar más y ampliar su público. Si antes tenían 50 clientes, ahora tienen 300. Como empresario lo entiendo perfectamente.

Pero, al mismo tiempo, se abre una brecha muy grande entre esos artistas y los demás; hay quienes se quedan fieles al sonido underground. Lógicamente, hay artistas intermedios, como Sonic Species, que están entre dos mundos, pero cada vez se marca con más nitidez quién quiere seguir siendo underground y quién no.

Te doy un ejemplo concreto. Hay un DJ y productor que respeto muchísimo; durante un tiempo hizo música que no me llenaba tanto. Pero ahora, habiendo visto el cambio —de que unos se van hacia lo comercial y otros se mantienen en la escena underground—, ha decidido volver a sus raíces. Por ejemplo, un DJ y productor que respeto mucho es Regan, de Nano Records. Durante un tiempo pinchó un rollo más tipo “Avalon” —y el sello, Nano Records, también iba por ese camino—. Sin embargo, Regan es listo: cuando notó que la escena se empezaba a bifurcar, es decir, con algunos yéndose al mainstream y otros quedándose en lo underground, él decidió volver un poco a sus raíces y hacer un psytrance más profundo, más auténtico.

También puedo mencionar a Indira Paganotto, que ha aprovechado el hueco entre el psytechno y el rolling bass del psytrance para crear una movida que está justo en el medio, llegando a mucha más gente y a un público más amplio. De hecho, ella ya ha metido psytrance en Tomorrowland y ha abierto ese camino por ahí. Y eso está bien. Cada artista decide dónde quiere estar: hay quienes se quedan en la vertiente underground y otros que tiran hacia el mainstream.

Ojo, todo es lícito; cada uno puede hacer lo que quiera con su vida artística. Pero, personalmente, ese mainstream —ese “rolling trance” o “rolling pop” con drops fáciles y vocales comerciales— no me va nada; lo encuentro superficial. Podría hablar del techno que se está pinchando ahora… no hay por dónde cogerlo. Viene alguien diciendo “yo pincho techno”, y yo pienso: “no, tú pinchas ruidos raros que hacen daño a los oídos”.

Ese raw techno que ahora llaman techno no es lo que yo conocí como techno. El techno bueno, el de verdad, era elegante, con mezclas finas, no ese “pam pam pam pam” con una vocal de pop encima, al estilo Vintage Culture… No sé, a mí me duele.
Lo que más pena me da es que muchos chavales de 18 o 19 años hayan nacido con este sonido, sin poder vivir el techno como era en su momento: como un movimiento auténtico, underground, con valores. Hoy en día es puro mainstream; es lo más comercial, te enseñan cómo bailarlo en TikTok, cómo vestirte para ir a una fiesta de techno. No tiene nada de subcultura.
Y eso es lo que me da pena, que la juventud ya haya nacido en ese rollo de lo que “mola” según las redes, según la moda, según el algoritmo. Les han metido todo ya digerido.

MM:
A ver, festivales… el primero, indiscutible, es el Boom Festival. Ese es top uno, sin discusión. Nos inspiramos mucho en ellos, en su visión, en cómo montan todo… es el modelo hacia el que queremos ir nosotros también. He tenido la suerte de pinchar allí dos veces, en el Alchemy Stage, y fue una experiencia brutal.


Me preparé la sesión durante tres meses y medio, cada noche, durante tres o cuatro horas con papel y boli. Como era un estilo nuevo para mí y quería hacerlo bien, me lo tomé como un reto. Necesitaba investigar a fondo y entender la vibra del sitio y del público. Esa presión me gusta.

Luego, otro festival que me encantaría es Universo Paralello, en Brasil. Sé que ha cambiado un poco en los últimos años —dicen que ha bajado algo el nivel—, pero por su energía y lo que ha significado, me gustaría mucho ir. Además, nunca he estado en Brasil y me llama mucho la atención. He tenido la oportunidad de ir a pinchar dos veces, pero en ambas ocasiones lo rechacé por otras ofertas, y me he quedado con las ganas, la verdad. Me encantaría ir, aunque fuera solo como público.

Y es que ir como público también tiene algo especial, ¿sabes? Es que a veces mola más ir como cliente que como DJ. Vas sin presión, te dejas llevar, descubres cosas nuevas, conectas con la gente y con el espacio. Estás más abierto, como si volvieras a la inocencia del festival, sin tener que estar pendiente de la hora, del set o del equipo técnico. Puedes disfrutarlo entero y ver lo que de verdad te transmite.

El tercer festival que diría sería el Modem, pero el de Sudáfrica. Me impactó muchísimo las dos veces que estuve allí; me flipó lo underground que es. A mí me mola lo que no es comercial, lo que está fuera del camino marcado, lo alternativo de verdad.

Un amigo, Baris Silverback, me dijo: “Tienes que venir al Modem, te va a encantar”. Y efectivamente, me encantó. Porque muchos festivales se han hecho más populares con el tiempo y, al volverse más conocidos, cambia también el tipo de público que atraen. Eso no es ni bueno ni malo, pero es diferente.


En el Modem, lo que mola es que la música es tan underground, tan intensa y poco pensada para todos los públicos, que hace que mucha gente lo piense bien antes de ir, manteniendo ese filtro, esa esencia difícil de encontrar en otros festivales.Si me preguntas cuál de ellos me haría más ilusión, sinceramente, me encantaría tocar en Universo Paralello. Aunque nunca he pinchado en el Modem de Croacia —solo he estado como público allá, y yo he pinchado en el Modem de Sudáfrica—, si hablamos de ilusión, sería Universo Paralello, y claro, también repetir en Boom. Son festivales que me inspiran un montón, no solo musicalmente, sino por todo lo que representan.